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EDITORIAL

Excepción cultural: Hemos ganado; ahora, demos valor a nuestros derechos

por 

- Los colosos de internet hacen negocio a través del uso de los derechos de autor. Hagamos entender a quien se enriquece que, sin nuestro “producto”, lo suyo no son más que cajas vacías

Francia salva la excepción cultural y confirma su posición de líder del sector audiovisual. Ésta es la lectura más fácil y veloz. Sí, es así, pero es además otra cosa distinta. 

Por primera vez, esta lucha, que nace como algo completamente francés, se ha extendido a toda Europa. Las asociaciones de autores, productores, de gestión de derechos, distribuidores, etc. han formado una red europea que ahora será difícil deshacer. ¡El poder de la crisis! Se han creado y consolidado relaciones internacionales, compuestas asimismo por contactos personales. Mirar a los ojos de quienes están detrás de las siglas, compartir las preocupaciones en encuentros poco habituales para nosotros, darse a conocer y apreciar dentro de un “circo Barnum” que corre el peligro de cerrarse en sí mismo (me viene en mente la participación del director Daniele Luchetti, que ha ofrecido el punto de vista italiano y que ahora recibe invitaciones desde toda Europa), significa crear esa masa crítica europea que nos permitirá afrontar la “fase dos”: vigilancia de las famosas líneas rojas, que hoy no han sido abandonadas a la merced de la negociación, sino que han sido protegidas por la sólida excepción cultural impuesta en primer lugar por el comisario De Gucht. Se han unido las asociaciones del sector audiovisual del norte de Europa, cuyos gobiernos estaban a favor de la inclusión de la cultura en el tratado. El presidente de FERA, Sir Alan Parker, ha servido como voz de los directores de toda Europa, lo cual es aún más valioso al tratarse de un maestro anglófono.

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En definitiva, esta red, que hasta el principio de la negociación estaba dividida por las ansias de protagonismo, me parece ahora mucho más sólida. Porque nos hemos conocido en medio de una dura batalla, que, por ahora, vamos ganando. Pero hay que hacer algunas consideraciones sobre lo que nos jugamos y el futuro.

Me ha parecido que, quizás por una elección de comunicación, se ha hecho demasiado hincapié en las ayudas a las producción, cuando en realidad las negociaciones afectan principalmente a la distribución, empezando por Internet. Si es verdad que Obama desea la inclusión del audiovisual en los tratados para que los colosos de internet vuelvan a EE. UU., donde pagarían sus impuestos y darían trabajo; si es verdad que por esta razón EE. UU. está dispuesto a empezar una guerra (real o presunta) contra el jamón y el vino italianos y europeos; si por esta misma razón nuestro gobierno está dispuesto a sacrificar la creatividad italiana por los productos de denominación de origen protegido, ¡algo quiere decir! Quiere decir, por ejemplo, que el futuro de los países se encuentra en las redes de difusión digital, no sólo en la industria mecánica. Quiere decir que Europa tiene que comprometerse con estos temas no sólo por una cuestión de identidad, sino para sentar las bases de un renacimiento y un crecimiento virtuosos. 

Y todo esto, por absurdo que parezca, gira en torno a un tema que para los gurús de Internet se ha quedado obsoleto: los derechos de autor. Los colosos de internet hacen negocio a través del uso de los derechos de autor, de la obras de la creatividad. El dinero de verdad, hoy en día, se hace gracias a nosotros. Y ese dinero casi nunca es reinvertido en el negocio que da lugar al negocio.

De aquí tenemos que empezar todos, autores y productores.

Reconquistemos nuestros derechos uno a uno y démosles valor. Hagamos entender a quien se enriquece que sin nuestro “producto” lo suyo son cajas vacías, obliguémosles a dar valor a nuestro trabajo para conseguir sus ganancias y a que nos hagan crecer junto a éstas. Digamos a las televisiones que se ven obligadas a comprar paquetes de derechos que luego no saben rentabilizar que ellos son los primeros que tienen que cambiar o morir. 

Si todo esto ocurre, la industria europea del audiovisual se consolidará y se internacionalizará, con la fuerza y la conveniencia para crear redes de distribución capaces de competir con Google. 

Si todo esto forma parte de la negociación, entonces sí que estamos dando un futuro a nuestro trabajo y un sentido a Europa; toda ella, tanto la que vive de la cultura como la que vive del jamón.

Maurizio Sciarra es director, vicepresidente de FERA y coordinador de 100autori

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(Traducción del italiano)

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