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SAN SEBASTIÁN 2013

El largo viaje: los trenes de la vida

por 

- A competición en el certamen, esta lujosa coproducción entre Australia y Reino Unido se inscribe en el cine más comercial y académico

El largo viaje: los trenes de la vida

En España, The Railway man [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, por caprichos de la distribución, se llamará El largo viaje. Por lo visto, este otro título ha gustado mucho a su director, Jonathan Teplitzky (que sorprendió en su debut de 1980 Better than sex), pues desvela el núcleo de la trama. Pero resulta mucho más sugerente el original, pues no sólo apela a la obsesiva fascinación de su protagonista por los trenes, sino a la metáfora que recorre todo el film: esas vías que, a lo largo de cualquier vida, nos conducen hacia el amor, la muerte, la esclavitud, el perdón o la venganza.

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Protagonizada por el británico Colin Firth y la australiana Nicole Kidman, El largo viaje puede llegar a ser una de esas cintas “oscarizables”, pues atesora todo lo que la Academia de Hollywood considera digno de arrasar en taquilla y en sus galardones: un conflicto tremendamente dramático (basado en los diarios de Eric Lomax), unas esforzadas e intensas interpretaciones y una cuidada y refinada ambientación, amén de un final feliz y “buen rollista” de los que hacen derramar lagrimones a raudales a la audiencia más complaciente. Todo ello para descubrirnos el trauma que sufre un soldado británico (Flirth) tras su doloroso encarcelamiento en un campo de trabajo japonés, ubicado en la selva fronteriza entre Tailandia y Birmania durante la Segunda Guerra Mundial.

Nunca superado aquel shock, será su muy enamorada y comprensiva señora (Kidman) quien le ayude a superarlo, interrogando a un amigo que también sufrió aquel calvario (Stellan Skarsgård) y empujando a su esposo a volver al lugar de sus desvelos y pesadillas para enfrentarse a su torturador, reconvertido ahora en guía turístico de los mismos escenarios donde cometió sus impunes atrocidades.

Así, a base de continuos y extensos flash-backs, Teplitzky vuelve a aquel maldito “ferrocarril de la muerte” y no evita mostrar –y alargar innecesariamente- algunos episodios de tortura, aderezados con celestial música de coros, en un descarado intento de forzar el llanto del respetable. Sobrado dolor, rencor y deseo de venganza en un film académico, impostado y comercial con tufillo a libro de autoayuda, que, a lo largo de casi dos horas, carece del brío, la complejidad y el interés de algunos de sus posibles referentes: el clásico de David Lean El puente sobre el río Kwai o el retorcido Feliz navidad, mister Lawrence –de Nagisa Oshima, a quien el festival de Donosti dedica una interesante y merecida retrospectiva.

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