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PELÍCULAS Francia

The Marchers: Una página amarga de la Historia

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- A caballo entre el cine histórico y el reflejo del presente, el segundo largometraje de Nabil Ben Yadir presenta una epopeya solidaria que deja un regusto desgraciadamente amargo.

The Marchers: Una página amarga de la Historia

15 de octubre de 1983. Unas diez personas en total de distinto perfil se citan en un barrio popular de Marsella para atravesar a pie Francia. El motivo de esta marcha es la agresión sufrida unas semanas atrás por Mohamed, víctima de la violencia policial en su barrio de Lyon en una noche, para su desgracia, como tantas otras. Mohamed y sus amigos Farid y Sylvain, acompañados por el padre Christian e inspirados por las epopeyas no violentas de Gandhi o Martin Luther King, deciden mostrarse, de manera pacífica y un poco ingenua, a una Francia corroída por el racismo latente que se niega a prestarles atención. Tras esta voluntad de autoafirmación se desgranan poco a poco reivindicaciones políticas, como la creación de una tarjeta de residencia y de trabajo con una duración de diez años. A los jóvenes de la barriada de Les Minguettes se les une una multitud que no deja de crecer hasta su llegada a París, donde terminan entrando más de cien mil personas.

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Preocupados por destacarse como los héroes "auténticos" a fin de reconducir su discurso en torno a unos diez personajes, Nabil Ben Yadir y Nadia Lakhdar, su coguionista y colaboradora en el proyecto The Marchers [+lee también:
tráiler
entrevista: Nabil Ben Yadir
ficha de la película
]
desde el principio, consiguen hallar un equilibrio delicado entre la dinámica del grupo y los motivos personajes de cada uno de los caminantes y salen airosos en el delicado arte de la película coral. Se desarrollan con fluidez los cánones del género (cada personaje tiene derecho a su pequeño cuarto de hora de gloria) sirviéndose generosamente, sin embargo, de un reparto de lo más variopinto, que mezcla auténticas revelaciones (Tewfik Jellab y M’Barek Belkouk), apuestas seguras (Philippe Nahon, Simon Abkarian y Corinne Masiero, con Olivier Gourmet a la cabeza) y la joven guardia del cine francés (Vincent Rottiers, Hafsia Herzi, Malik Zidi y la inesperada Charlotte Le Bon). Sin dejar de respetar la gran Historia, Ben Yadir y Lakhdar logran completar el lienzo de pequeñas historias que humanizan el ejercicio histórico.

En prácticamente cada minuto de la película, la atmósfera deletérea, los insultos raciales y las reivindicaciones de los caminantes hallan eco en la actualidad. Este ir y venir constante entre los hechos históricos expuestos por la película y el diálogo que se mantiene con la realidad contemporánea es una de las grandes bazas de la película. Otra sería la constatación de fracaso y pesar frente a la inocencia y el entusiasmo que mueven los pasos de los personajes. Pues ¿qué ha cambiado al cabo de 30 años? El sacerdote que encarna Olivier Gourmet deplora que el corazón de la gente se haya cerrado de tanto oír hablar de crisis y delincuencia y que se estigmatice a los críos de la periferia dando a entender que son peligrosos. A esas alturas, no sabemos si quien habla es el personaje o los autores, sobre su contexto o sobre el presente. Al final, la manifestación de solidaridad nacional y la respuesta política que ponen fin a la aventura dejan un regusto amargo, como si toda la energía desplegada hace 30 años hubiera caído en saco roto si pensamos en la continuación de la Historia. El desencanto y la memoria saludable del peso de la solidaridad y de las iniciativas ciudadanas son la base sobre la que The Marchers ilustra con eficacia y amabilidad una página de la Historia de Francia que había, en cierto modo, caído en el olvido.

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(Traducción del inglés)

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