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SEVILLA 2013

Un ramo de cactus: Pablo Llorca, el primero de los resistentes

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- Sevilla estrenó una nueva sección, bautizada como Resistencias, en la que mostró cine periférico de la industria y donde destacó la última aventura de este pionero en eso de ir por libre

Un ramo de cactus: Pablo Llorca, el primero de los resistentes

Si hay alguien en España que viene desafiando las reglas durante las últimas décadas, ése es Pablo Llorca, el director de Jardines colgantes. El año pasado ya visitó el festival andaluz con su penúltima película, Recoletos arriba y abajo, y no podía faltar en la selección del flamante nuevo apartado de un certamen que mima con especial entusiasmo a todo aquel que cuestiona lo establecido. Un ramo de cactus, escrita, dirigida y producida, como es marca de la casa, por el propio Llorca, consolida al madrileño como pionero de la autogestión, la libertad y la escasez de medios, algo que en estos momentos define a una nueva generación de jóvenes cineastas que también han desfilado por Sevilla.

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Un ramo de cactus nos presenta a Alfonso, un hombre maduro y contradictorio, de familia acomodada que, acorde con sus ideas políticas, se desvincula de sus allegados y se instala en el campo, en plan antisistema, viviendo de sus cosechas ecológicas. El nacimiento de su nieto despertará el deseo de educarle bajo su ala, con sus mismos principios y lejos del materialismo imperante. Pero una cosa es lo que dice la teoría y otra muy diferente, la realidad de la vida, que es imposible acotar. 

Pablo Llorca radiografía así a una clase social que conoce bien y desmenuza la crisis de éticas e ideologías en la que malvivimos. Los ideales apenas pueden aguantar el envite de un mercado abusivo que, como un sutnami, se lleva por delante aquellos sueños de justicia, pureza y libertad que alimentaron las ilusiones de varias generaciones. Si Alfonso representa al resistente, el personaje de su hermano, capitalista enriquecido a base de ladrillos, es ese antagonista que cuenta con el apoyo de una sociedad que ha sucumbido a sus anhelos de riqueza. Con su estilo narrativo habitual, naturalista y desprovisto de florituras o alardes estilísticos, Llorca aborda también en Un ramo de cactus la transmisión de valores de padres a hijos y retrata a personajes tan reales como ésos que podemos encontrar, despotricando contra todo, en el bar de la esquina.

Como afirmó el director en su encuentro con el público del festival de Sevilla: "La vida fluye, el dogma se mantiene estático". También el cine sigue moviéndose, sacudido por los acontecimientos, pero este cineasta continúa aferrado a su manera libérrima de rodar. Un camino que eligió hace más de veinte años sin pensarlo demasiado, simplemente porque no quería depender de servidumbres. Pablo Llorca es, pues, el primero de los resistentes.

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