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PELÍCULAS Chile / Francia / Argentina

Las niñas Quispe o la vida en el altiplano despoblado

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- La ópera prima de Sebastián Sepúlveda recibió una cálida acogida por parte del público del festival Cinélatino. 26º Rencontres de Toulouse, de donde partió con el premio Rail d’Oc

Las niñas Quispe o la vida en el altiplano despoblado

En 1974, poco después del golpe de estado militar en Chile, el gobierno de Augusto Pinochet sopesó la aprobación de una normativa conocida como ley de erosión con la que iba a acabar con el pastoreo en el altiplano andino. Fruto de esta noticia, y en vista de que todas las familias collas vecinas abandonaron rápidamente la zona, Justa, Lucía y Luciana Quispe vieron amenazada su forma de vida nómada, alejada de toda civilización: “Que dicen que las cabras se comen los pastos y que van a venir los carabineros a matarlas”. “¿Qué haremos? ¿Vender las cabras? ¡Pero si las vendemos vamos a morirnos de pena!”

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Este es el punto de partida de la historia, tanto en la realidad como en la pantalla, de Las niñas Quispe [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, primer largometraje de ficción del chileno Sebastián Sepúlveda presentado hace unos días en el festival Cinélatino. 26º Rencontres de Toulouse. La cinta, producida por la empresa de Pablo Larraín en coproducción con Francia y Argentina, fue seleccionada en la 22ª edición de Cine en Construcción y ha participado y ganado premios en festivales de todo el mundo tras su estrenó en la Semana de la Crítica de la última Mostra de Venecia, donde galardonaron el trabajo de su fotógrafo, Inti Briones.

En efecto, el aprovechamiento de los sobrecogedores paisajes a casi 4000 metros de altura, rodando casi siempre a contraluz y —por las duras temperaturas— de madrugada y al atardecer, en los mismos lugares que habitaron y recorrieron las Quispe, es uno de los puntos fuertes de la película. Otro es la autenticidad que brindan a sus personajes las actrices protagonistas, dos de ellas profesionales (Catalina Saavedra y Francisca Gavilán) y otra, sobrina de las hermanas (Digna Quispe). Fotografía y reparto están, en cualquier caso, al servicio de la fidelidad y el respeto con que Sepúlveda quiso acertadamente contar una “historia de dignidad” —recordó el director en su presentación—, que, “según dijo Raúl Ruiz, forma parte de la tragedia universal”.

La ejecución del relato es todo lo objetiva y aséptica que cabría esperar y desgrana los hechos con una lentitud en sintonía con el ritmo vital en la altiplanicie. El resultado es una película atípica que muestra como pocas veces hemos visto lo que puede llegar a ser la vida en uno de los rincones más solitarios del planeta.

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