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BLACK NIGHTS 2014 Focus

Nude Area: la experiencia más tántrica llevada a la gran pantalla que uno pueda concebir

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- Antoniak conjuga el lirismo de Nothing Personal con el potencial para la polémica de Code Blue; el resultado: un trabajo de gran impacto visual, ingenioso y que, como siempre, invita a la reflexión

Nude Area: la experiencia más tántrica llevada a la gran pantalla que uno pueda concebir

Nude Area abrió este año la sección Focus on Polish Cinema en el Festival cinematográfico Black Nights de Tallinn, haciendo patente de inmediato por qué necesitamos más directoras de cine. Muchos hacen películas sobre el lesbianismo, pero pocos llevan la discusión sobre la “L-word” tan lejos como la coproducción polaco-holandesa de Urszula Antoniak. En pocas palabras, este largometraje describe una aventura amorosa lésbica tan intensa que no puede experimentarse lúcidamente ni de forma lineal (y, ciertamente, esta película no tiene nada de lineal).

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Más bien al contrario: Antoniak divide su trabajo en un catálogo de palabras que empiezan por “L” (en inglés, love, labour, limit, languor…), haciendo las veces cada una de ellas de nombres de capítulos de un “fragmento” de esta compleja mirada al deseo femenino. El resultado deviene en una discusión universal acerca de lo dominante que puede ser el amor, cómo éste puede transportarnos, sobrecogernos, llenarnos o, incluso, dejarnos impasibles. Pero el cuento sobre el amor interracial que narra Nude Area plantea además otros agudos interrogantes; preguntas que tal vez sólo pueda responder una mujer de forma acertada.

La película explora la tendencia de occidente a dar un valor fetichista a la cultura oriental, cosificándola más que respetándola. En lugar de resistir esa tendencia, la directora la disecciona con el fin de someterla a nuestra consideración. Asimismo, la disección de actitudes hacia el islam de Antoniak lleva consigo una crítica feminista potencial: si el hijab está pensado para privar a los hombres de la belleza de la mujer, ¿qué le impide a una joven en una piscina local y sólo para mujeres enamorarse perdidamente de ti?

Antoniak pone realmente sobre la mesa lo complicada que puede volverse la corrección femenina cuando se le da a una mujer espacio para explorarla. Un ejemplo de ello es la denuncia feminista que tiende en el arte a representar a los hombres como observadores y a las mujeres como al puro objeto de esta observación, como si ellas mismas se presentaran ante la mirada deshumanizadora masculina. Nude Area lanza entonces la pregunta siguiente: ¿qué pasaría si ambas, observadora y observada, fueran una mujer?

A propósito de esta subjetividad y objetividad, la película comienza con un epígrafe de Roland Barthes: “[El amante] se habla a sí mismo, amorosamente, haciendo frente al otro (el objeto amado), que no habla.” Inmediatamente se sugiere que Antoniak quiere llevar esta dinámica más allá del territorio feminista, alcanzando, más bien, una mirada intelectual al deseo humano.

El deseo demuestra ser una oportunidad para el amante para proteger sus deseos sobre lo amado, relegándolos a la condición de objeto. A este respecto, Nude Area muestra, no obstante, lo poco que difieren los deseos masculino y femenino. Al mismo tiempo, Antoniak nunca defiere simplemente a la idea de Barthes. Las dos actrices protagonistas, Sammy Boonstra (Naomi) y Imaan Hammam (Fama), no dejan de alternar estados entre poder y pasividad, subjetividad y objetividad, fragilidad y fuerza; papeles que ambas interpretan con gran talento.

Hammam, en cuanto objeto de deseo, sufre el irritación de Bambi cuando es capturada ante los faros de la pasión de otra persona, mientras que los ojos desesperadamente instigadores de Boonstra transmiten de manera intachable la misma mirada de amante desamparada, haciendo de esta película casi muda una revelación. Boonstra se sienta a menudo ante nosotros más bien cual poetisa romántica: misteriosamente oculta tras su flequillo, en compañía de libros, eternamente elegante.

Nude Area también nos induce a sus estados románticos. Nos permite sentarnos plácidamente en la mecedora de las fantasías de Naomi, quizá fantasías que todos llevamos hasta alturas vertiginosas mientras vamos en un autobús. Aunque, al mismo tiempo, la película nos aconseja incesantemente que abandonemos nuestras mecedoras cuando ésta se rompe bajo el peso de ensimismamientos, paisajes sonoros e imágenes estáticas. En consecuencia, nunca podemos estar seguros de qué es fantasía y qué una fantasía plenamente realizada; se trata de un cambio tan drástico de lo sublime a lo común que consigue arrancarnos una sonrisa sincera.

A pesar de la ironía, las palabras escritas se despliegan a lo largo de la pantalla, dejando que fluyan las letras, haciendo de la poesía una parte de la película pese a no haber diálogo. Las imágenes también comunican ideas a través de metáforas (como el agua corriente, por ejemplo, tan sexualmente cargada en esta película). Pero las imágenes del agua en conjunción con los planos de los reflejos llegan incluso a sugerir de forma muy elaborada una forma de amor irrealizable y autoproyectada... En resumen, Nude Area es el juego de excitación llevado a la gran pantalla más tántrico que uno pueda concebir. 

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(Traducción del inglés)

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