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FESTIVALES Portugal

Manoel de Oliveira: cuatro cortos que celebran una larga vida

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- El Porto/Post/Doc celebra los 106 años del director proyectando cuatro de sus cortos, entre ellos su primera pieza, Douro, Faina Fluvial y la última, O Velho do Restelo

Manoel de Oliveira: cuatro cortos que celebran una larga vida
El cineasta y su esposa asistiendo ayer a la proyección de Manoel de Oliveira – 4 Filmes en el Teatro Rivoli, en Oporto

Manoel de Oliveira cumplió ayer 106 años de edad y el Porto/Post/Doc no quiso dejar la fecha pasar de largo. Para celebrarlo, el certamen recién creado (leer más) proyectó anoche en una sola sesión cuatro cortos del cineasta. La compilación, titulada sin sorpresas Manoel de Oliveira – 4 Filmes, también se estrena esta semana en el circuito comercial, distribuida por Midas Filmes.

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Oliveira, presente en el gran auditorio del Teatro Rivoli, no habló, pero, siempre sentado al lado de su esposa, escuchó los tres discursos de la noche en los que Dario Oliveira (del Porto/Post/Doc), António Preto (teórico y profesor universitario), y Paulo Cunha e Silva (responsable de la cultura del Ayuntamiento de Oporto), hablaron de sus experiencias pasadas con el cineasta, antes de que toda la platea le cantara al unísono el cumpleaños feliz.

Desde su ópera prima, Douro, Faina Fluvial (1931) hasta la última, O Velho do Restelo (2014), pasando por O Pintor e a Cidade (1956) y por Painéis de de São Vicente de Fora, Visão Poética (2010), Manoel de Oliveira – 4 Filmes permite vislumbrar fragmentos del talento de un director que desde sus primeros pasos en el cine firmó una obra única y plena de intransigencia ética; una obra tantas veces premiada y sin embargo tantas veces ignorada olímpicamente por parte del público portugués.

Douro, Faina Fluvial se estrenó cuando Oliveira tenía 23 años. Reza la leyenda que el público la pateó tanto que el dramaturgo italiano Luigi Pirandello, presente en el estreno, preguntó si Portugal tenía por costumbre aplaudir con los pies las buenas películas. Impresionante mezcla de ficción y documental, con planos vertiginosos y un montaje que permanecen modernos hasta hoy, 83 años después, la película se centra en los habitantes del barrio de Ribeira, donde desagua el río Douro, y parece un preludio tímido de lo que sería el neorrealismo italiano.

O Pintor e a Cidade
, del 1956, es la primera película de Oliveira en color. El director filmó al pintor António Cruz durante varios días mientras trabajaba en las calles de Oporto. Lo que sigue es una confrontación estética entre la mirada del pintor, con sus gradaciones de colores, y la mirada del cineasta, con sus planos-postal de la ciudad.

Ya Painéis de São Vicente de Fora, Visão Poética hace hablar a algunas de las figuras representadas en la famosa pintura de Nuno Gonçalves (expuesta en el Museo Nacional del Arte Antiguo de Lisboa) de temas punzantes como la paz y la mundialización. Su discurso reflexivo, lleno de referencias históricas, se acerca ya al que encontramos también en su última película.

Rodada en abril de este año y estrenada en el Festival de Venecia, O Velho do Restelo pone a tres autores (Luis de Camões, Camilo de Castelo Branco y Teixeira de Pascoaes) y un personaje (Don Quijote) en un banco de jardín, disertando sobre el legado de sus obras y sobre su reflejo en la historia de Portugal. Sin ser la “película testamento” de la que se habla es sin duda una película que sintetiza algunas de la líneas orientadoras de la obra de Oliveira en las últimas décadas, conjugando a la vez la literatura y la Historia, mientras apela a imágenes de otras películas del director como No, o la vana gloria de mandar.

Sobre Oliveira ya se ha escrito mucho, pero quizás lo más atrevido y elocuente de los elogios partió de otro cineasta, João César Monteiro, ayer citado en el discurso del director del Porto/Post/Doc: hay en Portugal un cineasta demasiado grande para el tamaño del país, por eso solo hay dos soluciones: se alarga el país o se encoge el cineasta. ¡Felicidades, Manoel de Oliveira!

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