09/02/2015 - BERLÍN 2015: Con escenas que podrían infundir al error de describirlas como “caóticas”, estamos ante una película para la gente del mañana

La coproducción entre los Países Bajos y Sudáfrica Necktie Youth, primer largometraje del carismático y autodidacta Sibs Shongwe-La Mer, celebró su estreno mundial en el marco de la sección Panorama de la Berlinale, donde recibió una cálida acogida.

La de Mer es otra más de esas películas realizadas en blanco y negro procedentes de un nuevo territorio cinematográfico (otro ejemplo de esta tendencia puede ser The Project of the Century [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película]). El director, coherentemente, apunta que esta decisión formal constituye un homenaje romántico a los comienzos del cine a partir de una nueva corriente que no está sino empezando a dar sus primeros pasos. No deja de resultar interesante esta elección en un país que en el pasado se miró al espejo justamente de blanco o de negro, si bien esta película borra ese recuerdo, construyendo, en su lugar, una atmósfera válida para ambas culturas.

La cinta entra también en el debate sobre la capacidad del cine en blanco y negro para hipnotizar con "líneas y formas". Y Necktie Youth lo hace de manera compleja. Los planos se difuminan cuando las emociones estallan, el slow-motion se acompasa con letargos producto de la codeína y el time-lapse aparece de la mano de la cocaína. Hay muchas técnicas para cada una de las emociones fruto de las drogas: Necktie Youth presenta las desgracias de un grupo de adolescentes de una barriada del norte de Johannesburgo. 

Ésta es una de esas historias relumbrantes que exorcizan las pesadillas de los suburbios. Estos chicos llenos de problemas, por lo tanto, se medican (tanto dentro como fuera de la ley) para salir adelante frente a su insatisfacción (después del suicidio de uno de sus amigos, tristemente inspirado en una historia real). Con todo, los jóvenes también son extremadamente eruditos, lo que nos hace asistir con placer al intercambio de medias verdades tiznadas de rabia, ironía e improvisación en un idioma, el afrikaans, aderezado de influencia norteamericana.

Así es como Necktie Youth hunde furiosamente sus raíces en el presente de Sudáfrica, con la amplitud de miras y la inquietud que da la búsqueda de la dosis sucesiva. La cinta, crispadamente contemporánea, responde directamente a la situación de país después del Apartheid apoyándose en el talento del director y de sus amigos, que básicamente se interpretan a sí mismos. La tonificante exhibición de Mer nos devuelve a la realidad actual de la ciudad sudafricana, aún renqueante por las consecuencias de la segregación. 

Al igual que en The Project of the Century, imágenes de archivo en color se intercalan a lo largo del metraje, trayendo consigo un chute de esperanza emocional que contrasta con la amargura y el desaliño del presente de los jóvenes. Necktie Youth, alude al olvido libertino de la libertad y la extravagancia que siguen a todo periodo de esperanza, ya sea en la faceta del dandy, de una mujer en los años 20 o del hippy. Mer echa mano de los tres estereotipos. Sus personajes vagan con estilo, seguidos por una exquisita banda sonora con toques de jazz, declarando que esto es guay y aquello, chévere.

La película viene acompañada de una dedicatoria a la memoria de 1991, el año en que nació el director; y mucho de Necktie Youth tiene que ver con el lamento de haber crecido hasta desembocar en el presente hastío. Al mismo tiempo, aparece un deseo de volver a la Sudáfrica de Mandela, en 1994, cuando todo presentaba una frescura y un optimismo inusitados. Necktie Youth representa un futuro tan brillante como ensombrecido y Premium Films ha hecho bien adquiriendo sus derechos como agente de ventas.

(Traducción del inglés)