26/04/2015 - La tercera película de Jonás Trueba sigue los postulados de su anterior Los ilusos: rodada con pocos medios y retratando momentos sencillos pero cargados de sensibilidad

La última película que ha competido en la sección oficial del 18 Festival de Málaga Cine Español viene precedida de lógica expectación, pues la anterior cinta de su director, Jonás Trueba, se convirtió en algo similar a un fenómeno cinematográfico, un film de culto, casi un manifiesto hipster: Los ilusos fue, hace dos años, la película que todo joven urbanita pendiente de las tendencias tenía que adorar. Ciertamente, aquel film rezumaba cinefilia, retrataba a una cierta juventud madrileña moderna y mostraba su desorientación emocional. Los exiliados románticos [+lee también:
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entrevista: Jonás Trueba
ficha de la película] emplea los mismos elementos, pero en un contexto diferente: sus protagonistas se van desplazando, a bordo de una vieja furgoneta –donde duermen, se afeitan y desayunan–, desde Madrid hasta Annecy, en la frontera francesa con Suiza, haciendo escala en Toulouse y París.

Por el camino estos tres chicos se irán encontrando con mujeres que han significado algo en sus vidas. Y hablarán mucho, en parques, en cocinas, en terrazas... como en una película de Rohmer, mientras el verano va diciendo adiós. Algo tan simple y tan grande a la vez. Trueba confía lo suficiente en su mundo (que algunos pueden tildar de “cultureta” o "viejoven") como para convertirlo en materia de sus películas. Y aunque al principio cueste entrar en esos diálogos donde la literatura ocupa un podio algo petulante, logra que empaticemos con sus personajes y sintamos su mismo desamparo, nostalgia y anhelos.

Rodada, como asegura su director, “sobre la marcha”, con una sencilla cámara fotográfica Lumix GH3 (que le da un look orgánico y una luz ligeramente onírica), durante apenas doce días por un equipo mínimo, Los exiliados románticos nació de una broma, de un impulso de rodar, y en lugar de buscar la financiación o darle mil vueltas al guión, se lanzaron a ello con la inconsciencia y levedad de una aventura juvenil. El resultado transmite esa frescura y logra su objetivo de llevarnos a un viaje entre amigos puntuado por la música del grupo Tulsa, cuya canción Oda al amor efímero viene a ser el lema existencial de esta road movie.

La película, asimismo, está recorrida por la idea del sueño, primera palabra que oímos en la secuencia inicial: sus protagonistas le han declarado la guerra a la realidad, quizás por su incapacidad de amar. Eso otorga una melancolía subyacente bajo la aparente felicidad de estos tipos, lanzados a la carretera en busca de unos ideales sentimentales que son más fantasías que hechos.

Los exiliados románticos está protagonizada por Vito Sanz, Francesco Carril (ambos participaron en Los ilusos) y Luis E. Parés (intervino en El futuro [+lee también:
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ficha de la película]) como el trío de inseparables en ruta, que se encontrará con la gala Vahina Giocante, la italiana Renata Antonante y la suiza Isabelle Stoffel. Con diálogos en varios idiomas (francés, inglés, alemán, italiano y español), ha sido producida por Los ilusos Films y se encargará de su distribución/ventas internacionales Cinebinario Films.