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LOCARNO 2015 Competición

Chant d'hiver o el gusto por la irreverencia

por 

- LOCARNO 2015: La última película del director georgiano nacionalizado francés Otar Iosseliani compite por el Leopardo de Oro en el festival de cine de Locarno

Chant d'hiver o el gusto por la irreverencia

Todo el mundo esperaba con impaciencia el estreno mundial de Chant d'hiver [+lee también:
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ficha de la película
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, dirigida por Otar Iosseliani y presentada en la competición del festival de cine de Locarno. Pues bien, las expectativas con respecto a lo que podía arrojar la libérrima mirada del director franco-georgiano han quedado seguramente satisfechas. Chant d'hiver no se aleja de la línea marcada por su producción anterior; al contrario: sigue promoviendo testarudamente un cine completamente ajeno a cualquier “representación” de la realidad. Su obra es un acto de libertad con una irreverencia idiosincrásica, elegantemente desfasada.

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Resumir Chant d'hiver es una empresa bastante ardua. EN el cine de Otar Iosseliani la historia no constituye más que un pretexto, una excusa narrativa, que deja casi inmediatamente espacio a la contemplación de los aspectos aparentemente irrelevantes y de las coincidencias de la vida. Los personajes que pueblan Chant d'hiver presentan, más allá de sus diferencias tanto históricas como personajes, semejanzas bastante extraordinarias. Un ejemplo de ello son las que vinculan a un vizconde guillotinado que aún sostiene su pipa entre los labios durante el Terror jacobino, un improbable capellán militar que tiene tatuado el torso como si fuese un mafioso que bautiza en serie a soldados sin escrúpulos, un indigente parisino aplastado por una apisonadora y un portero literato y traficante de armas. Chant d’hiver es la telaraña dentro de la cual estos personajes transitan, se entrecruzan y recortan espacios donde amar, soñar y esperar. Otar Iosseliani observa este pequeño mundo de manera instintiva y desinteresada. Como ellos, que dan la impresión de vivir en un sueño tiznado de ironía, Iosseliani no parece interesarse en el público; al contrario: prosigue su camino ignorando nuestras expectativas, que, a medida que la película avanza, se van transformando en un ansia que espera, ansiosa de que ocurra algo realmente, y que grita por hallar una interpretación y dar una lógica a la indolencia de actividades frenéticas que desfilan a ojos del espectador. Como en la vida misma, en Chant d'hiver las acciones parecen no tener nunca fin; se suceden unas a otras de forma implacable, en un continuum imperfecto e insatisfactorio. Los personajes, prisioneros de la mirada que se posa sobre sus hombros, parecen ignorar por completo nuestra presencia para desarrollar una independencia estupefaciente que echa por tierra nuestras diminutas expectativas. Se ridiculizan la sociedad y sus reglas, de las que todos nosotros, voluntaria o involuntariamente, participamos. Sus contradicciones se exponen en una plaza pública despiadadamente. Chant d'hiver no es una película fácil o incluso agradable, ni pretende serlo; no obstante, posee un encanto innegable, una distancia que nos hipnotiza y nos descubre una humanidad imperfecta en la que paradójicamente conviven la bondad y la corrupción. Otar Iosseliani no trata de dar significado a lo que no lo tiene; se limita a observar lo que hay.

Las ventas internacionales de Chant d'hiver las gestiona Les Films du Losange.

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(Traducción del italiano)

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