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PELÍCULAS España

Kiki, el amor se hace: ¡viva el sexo!

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- La tercera película de Paco León en su faceta de director es una comedia dramática que apuesta por las diferentes maneras, todas respetables, de disfrutar de nuestra sexualidad

Kiki, el amor se hace: ¡viva el sexo!
Belén Cuesta en Kiki, el amor se hace

Paco León no pretende educar ni adoctrinar, pero sí reivindicar el sexo como realizador personal, evolución gozosa, afianzamiento amoroso y magnífica manera de conocerse más a uno mismo. Ése es el motor de Kiki, el amor se hace (Kiki, Love to Love) [+lee también:
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, su tercera película como director tras los éxitos de Carmina o revienta [+lee también:
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 (multipremiada y estrenada en todas las ventanas posibles, lo que revolucionó la industria audiovisual española hace cuatro años) y su continuación, Carmina y amén [+lee también:
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, ambas protagonizadas por su madre -Carmina Barrios- y hermana, María León. En esta nueva aventura cinematográfica, P.L. da un giro: no aparecen "sus chicas", él sí lo hace con un papel a su medida, y no se trata de un proyecto tan personal como los anteriores, sino de un encargo: adaptar la película australiana The Little Death, escrita, interpretada y dirigida por Josh Lawson -cuyos derechos posee la productora española Vértigo Films- al espíritu, humor y sensibilidad no sólo del público español y europeo, sino del propio protagonista de comedias como Tres bodas de más [+lee también:
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Obediente pues, León la ha hecho muy suya. Ha cambiado algunos aspectos del argumento, ha llamado a amigos como Alexandra Jiménez, ha contado con la presencia de Natalia de Molina (reciente Goya por Techo y comida [+lee también:
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) y ha asegurado la credibilidad de los detalles más delicados del guión -que ha escrito junto a Fernando Pérez - en la solvencia interpretativa de Candela Peña, Luis Bermejo y Luis Callejo. Ellos –y Álex García, Ana Katz, Mari Paz Sayago y Belén Cuesta, actriz que borda el mejor personaje de la función, confirmándose como talento a tener muy en cuenta a partir de ya- encarnan en cinco historias que se cruzan en la escena final (que transcurre durante la colorista, veraniega y alegre verbena madrileña de la Paloma) a personas con ciertos conflictos sexuales: les excitan situaciones que no son precisamente estándar (y lo llevan en secreto).

De este modo, a una le calienta ver cómo llora su hombre; a otra, la adrenalina de verse en peligro, y a una pareja ir probando cosas nuevas, incluida la visita a un concurrido club de sexo. León, que ha demostrado  que no conoce límites, transmite ese mismo mensaje al espectador y le invita a gozar de la pluralidad. Sus cinco tramas, en las que se mezcla, en fino equilibrio, el drama con el humor (como sucede en la vida misma) y lo cruel con lo esperpéntico, presentan a personajes que se están buscando aún, luchan por mantener sus uniones sentimentales o hacen lo indecible por cariño al otro. Porque el amor no sólo se siente, también se hace, y de mil maneras: las filias sexuales se cuentan por cientos y sólo un ramillete de ellas son mostradas con tolerancia y desenfado en Kiki…

Desde unos títulos de crédito en forma de collage con animales en actitudes retozonas hasta la presencia constante de lo vegetal y las frutas en las escenas (y el cartel del film), además de una banda sonora repleta de canciones de reminiscencias tropicales y latinas, toda la película, epidérmica y blanca, rezuma sexo, pero poco turbio: la luz y el color inundan los fotogramas de un film que intenta alegrar el alma al espectador, hacerle sentir bien, que se acepte, queme los armarios, evite represiones y salga del cine con ganas de… ya se lo pueden imaginar.

Kiki, el amor se hace es una producción de Vértigo Films, con la participación de Mediaset España, y la colaboración del ICAA. De sus ventas internacionales se ocupa Wild Bunch.

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