09/08/2016 - LOCARNO 2016: En su última película, Nicolas Wadimoff se acerca a un personaje intransigente que ha hecho de su credo su única razón para vivir. “¡Hasta la victoria, siempre!”

Habida cuenta de su boyante sentimiento revolucionario, el joven Jean Ziegler encuentra finalmente su vocación tras un encuentro (casi místico) con el Che en 1964. En lugar de llevárselo consigo, el comandante le ordena quedarse en Suiza para combatir en el interior del “cerebro del monstruo capitalista”. Al decirle esto, el Che le salva la vida y, al mismo tiempo, le otorga una misión que no lo ha abandonado en ningún momento de estos 82 años de vida. En Jean Ziegler, l’optimisme de la volonté [+lee también:
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ficha de la película],presentada fuera de concurso en el 69º festival de cine de Locarno, el director suizoNicolas Wadimoff se acerca a este personaje intransigente que ha hecho de su credo su única razón para vivir.

Desde entonces, el camaleónico Ziegler se ha enfundado los zapatos de numerosos personajes: escritor, profesor, diputado y colaborador de Kofi Annan, nunca ha dejado de perseguir a los responsables del morbo capitalista, los que provocan que haya hambre en el mundo. Pero él no es el Che; esto lo sabe bien. Todo lo que le queda por hacer es honrar la promesa hecha al comandante, combatiendo infatigablemente con las armas que sabe manejar a la perfección: la palabra dirigida directamente al corazón, la lengua que corta, la mirada que enferma. Protegido por su coraza de intelectual, Jean Ziegler parece conseguir superar cualquier tormenta, cualquier sombra de duda que, inevitablemente, lo atenaza. Sin embargo, ¿pesa más su fe que la realidad de una Cuba que está cambiando peligrosamente? Para saberlo, no tenemos más que dirigirnos a la tierra soñada. ¿Y si el sueño se rompiera? ¿Y si todo no fuera más que una ilusión?

Como reconoce el propio Ziegler, su vida ha sido un continuo moverse por la tangente, lejos, muy lejos de un enfrentamiento consigo mismo y con la realidad que lo rodea. Armado con sus convicciones graníticas, siempre ha ido directo por el camino marcado por el Che, como una especie de alter ego soñado, de aura casi divina. Enriquecido por la experiencia, Nicolas Wadimoff lo toma a contrapié y lo pone frente al espejo, realidad con realidad, tratando de rayar su coraza a golpe de ironía y pequeñas y grandes provocaciones diarias. ¿Quién se esconde bajo el “guerrillero” Ziegler? El director trata de responder a esta pregunta mediante las imágenes de su película, momentos robados a una agenda tan completa que no deja tiempo para reflexionar sobre la propia misión, único y verdadero objetivo de una vida que parece avanzar demasiado apresurada. Así que es a través de la lente cinematográfica como Ziegler se muestra, como su imagen se multiplica hasta el infinito y se pierde en la complejidad de un personaje de mil caras (escondidas). Cuando Ziegler se acerca a la pizarra que encierra la camilla que soportó el cadáver del Che, su cuerpo se desdobla, su imagen se refleja en el vidrio, se superpone a la de la camilla como si quisiera tomar el lugar del Che. Más allá de todos sus esfuerzos, la desilusión de no haber puesto nunca los pies en el campo de batalla escuece, como una herida invisible, y ahonda en un sentimiento de culpa que jamás conseguirá colmar. Wadimoff nos dice lo que Ziegler no quiere desvelar, habla con un lenguaje, el del cine, cuyos códigos sólo él conoce. Enfrentarse a Ziegler en el terreno de la palabra habría sido imposible, así que es a través del cine como se acerca a él. Incapaz de responder a la estocada, el conferenciante cae en la trampa y adquiere una humanidad que le viene como anillo al dedo.

Autlook Filmsales posee los derechos internacionales del film.

(Traducción del italiano)