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VENECIA 2016 Competición

Frantz: espejo de penas y vorágines

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- VENECIA 2016: François Ozon firma una cinta sublime, de una maestría extraordinaria, con un guión muy trabajado y protagonizada brillantemente por Paula Beer y Pierre Niney

Frantz: espejo de penas y vorágines
Pierre Niney y Paula Beer en Frantz

"Somos padres que beben por la muerte de sus hijos". Es la primavera de 1919; en el pequeño y apacible pueblo alemán de Quedlinburg suena en sordina la coda de la derrota ante los franceses en la Primera Guerra Mundial, y los lugareños son atormentados por la humillación nacional, los deseos latentes de venganza y la pena inconsolable por la pérdida de seres queridos. Tal es la ambientación histórica elegida por François Ozon para tejer, con una habilidad formidable y una rotunda maestría cinematográfica, un melodrama sutil y novelesco que juega virtuosamente con la percepción de la realidad, vista como a través de un espejo, a través de mentiras e ilusiones. Aventurándose, por segunda vez en toda su carrera de 16 largometrajes, en el territorio del cine de época (su primera incursión fue Angel [+lee también:
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, en 2007), el realizador francés alcanza con Frantz [+lee también:
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Q&A: François Ozon
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, presentada en competición en el 73er Festival de Venecia, una nueva cima de su madurez como cineasta.

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Inicialmente motivada por cuestiones escenográficas y de presupuesto, la apuesta por el blanco y negro es un verdadero acierto, pues el director inscribe así su film en la línea de los grandes clásicos (Frantz es una adaptación libre de Remordimiento, de Erns Lubitsch, que a su vez adaptó una obra de Maurice Rostand), salpicándolo además de algunas sorprendentes y hermosas secuencias en color (ligadas a recuerdos o a instantes de felicidad, que entran en oposición con el ambiente lúgubre). La distancia creada por la monocromía predominante entra en perfecta armonía con el contexto de la trama, ese clima ominoso de la posguerra temprana en que cada familia llora a sus muertos, en que los mutilados atormentan a los dos países, devastados tras la carnicería de la guerra, en que los supervivientes tratan de retomar sus vidas, ya por siempre plagadas por los remordimientos y las pesadillas, la culpa y el rencor, el odio todavía acérrimo hacia el enemigo ("cada francés es el asesino de mi hijo").

Pero en medio de esta atmósfera sombría y tan bien plasmada, Ozon se centra en una joven inocente, una prometida convertida en viuda prematura. "¿Quién ha puesto flores en la tumba de Frantz?", se pregunta Anna (Paula Beer, toda una revelación), cuya existencia se detuvo cuando murió el hombre con el que iba a casarse ("no quiero olvidarle", "no tengo fuerzas para bailar"). Acogida por los padres del difunto, que también están destrozados por la muerte de su hijo e idealizan su memoria, Anna asiste a la aparición en sus vidas de Adrien (un sutil Pierre Niney), soldado francés que conoció a Frantz antes de la guerra ("¿cómo podría olvidarle?") y que comparte sus recuerdos con la familia del fallecido, aliviando sus heridas y despertando sentimientos en el corazón de Anna, pero provocando la ira de los nacionalistas del pueblo. Estos eventos supondrán también para la joven el traspasamiento del espejo de las apariencias; Anna acaba decidiéndose a cruzar al otro lado de la frontera para buscar al atormentado Adrien, que ha regresado a Francia. Una búsqueda enamorada con visos iniciáticos que François Ozon conduce con un profundo conocimiento de los giros narrativos y una puesta en escena sublime; el cineasta parece haber encontrado en la represión emocional de la sociedad de la época un eco ideal para su aproximación, naturalmente distanciada con respecto a los más palpitantes afectos e instintos humanos. Irreprochable y novelesca, Frantz ofrece además a sus intérpretes principales papeles únicos, de los cuales se adueñan con un gran carisma. El film marca una nueva cima de genialidad para el realizador, y fascinará a cinéfilos de todo el mundo, empezando por el público de los grandes festivales —y Frantz ha comenzado su trayectoria con fuerza, pues ya ha sido seleccionada en todas las muestras principales de la rentrée: Venecia, Telluride, Toronto y San Sebastián—.

Frantz es una producción de Mandarin Cinéma, France 2 CinémaFozMars FilmsFilms Distribution (que también se encarga de las ventas internacionales) y la compañía alemana X Filme.

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(Traducción del francés)

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