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SEVILLA 2016

Días color naranja: los desvíos sorprendentes

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- Pablo Llorca vuelve a Sevilla con su último film, rodado en medios de transporte y con jóvenes viajeros enamoradizos de protagonistas, que se dejan llevar por inesperados rumbos

Días color naranja: los desvíos sorprendentes

Un volcán islandés se despierta por sorpresa y causa el caos aéreo en todo un señor continente. Los viajeros no tienen otra opción que quedarse a esperar en destino, a que todo vuelva a su orden, o tomar nuevas rutas (terrestres). El azar demostrando su poderío: de ahí parte el argumento de Días color naranja [+lee también:
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, el nuevo film del madrileño Pablo Llorca que, como viene siendo habitual con sus últimos cinco trabajos, ha venido al 13° Festival de Cine de Europeo de Sevilla para ofrecérselo al público de la sección Las nuevas olas.

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Con esa libertad e independencia recalcitrantes que le caracteriza (esta película ha sido producida de nuevo por el cineasta a través de La Cicatriz/La Bañera Roja, que se ocupa también de sus ventas), de nuevo Llorca se ha armado de un equipo mínimo (él y un técnico de imagen/sonido) para meterse en el compartimento de un tren y acompañar a los jóvenes actores de su nueva aventura pasando por Belgrado, Croacia y Roma, entre otros lugares. Porque esta vez el director de País de todo a cien [+lee también:
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ha cambiado los problemas, análisis y cuitas de la madurez o de la sociedad de sus anteriores films por las ilusiones, libertades e inconsciencias de la juventud, personalizadas en su protagonista, Álvaro (Jorge Ferrer), quien al ver cómo las circunstancias le obligan a cambiar de transporte y no puede volver en avión a Madrid, se deja sorprender por los encantos y las tentaciones que le ofrece el camino terrestre y calmado a través del viejo continente.

Este itinerario empieza en Atenas y en un tren -los chicos multinacionales que encuentra viven la experiencia siempre fascinante de recorrer Europa con interrail-, continúa en autobús y hace escala en una terraza de Trieste, donde un vivido director teatral (encarnado por el gran Luis Miguel Cintra) les regala la sabiduría de la experiencia vital. Todo ello ha estado condicionado por uno de esos flechazos estivales, tan arrolladores como efímeros, que se recordarán siempre pero que acaban de forma tan casual como empezaron. También un libro de Dickens (y cierta sombra rohmeriana) ha servido de aleación para unir a dos personas: leer es -o era- uno de los placeres que regala los tiempos muertos de los viajes.

Días color naranja -el título hace referencia a un poema que Louis Aragón dedicó a García Lorca- capta, con su estilo visual de película doméstica, donde no faltan movimientos bruscos de cámara o incómodos fallos de sonido, esas sensaciones juveniles, irresponsables y veraniegas que se añoran con el paso de los años, esa frescura en las relaciones y ese tiempo que nos toca vivir y no volverá... o sólo lo hará en la memoria o en fabulaciones como ésta que ha dirigido Pablo Llorca.

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