24/04/2017 - El conmovedor drama familiar de Bohdan Sláma, que compite en Tribeca, muestra que el paso a la edad adulta puede llegar en cualquier momento de la vida

El conmovedor drama familiar del director checo Bohdan Sláma Ice Mother [+lee también:
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ficha de la película], que se proyecta actualmente en el Festival de Cine de Tribeca, muestra que nunca es demasiado tarde para tomar las riendas de la vida y decidirse a cambiar. El film cuenta la historia de Hana, una viuda checa de Praga —interpretada genialmente por Zuzana Kronerova— que podría convertirse en un modelo para personas mayores de todo el mundo que se han resignado a la soledad o a ser simples satélites de las generaciones jóvenes de sus familias.

Hana es la típica abuela de Europa del Este: siempre va con una bolsa de la compra, murmurando detalles sobre la próxima comida en familia. Todavía vive en la espaciosa casa que compartía con su difunto marido, y su momento más esperado de la semana es la comida del sábado con sus dos hijos, sus nueras y sus nietos. En momentos que traslucen verdadero egoísmo, los hijos no dejan de insinuar que Hana es un apéndice obsoleto de la familia y que sus excelentes comidas, sus palabras amables y su sabiduría no la salvan de ser una molestia a tolerar. El aspecto más triste de la premisa del film es que Hana les cree, y trata de hacerse invisible en la familia.

Pero nunca es demasiado tarde para volver a madurar. La trama, escrita por Sláma, escenifica una revolución en la vida de Hana; esta revolución es Brona (Pavel Novy), un viejo galán con un corazón débil a quien Hana ayuda cuando pierde su aliento en un río helado. Brona practica la natación de hielo y vive al aire libre, en una autocaravana. Al conocerle, algo cambia en la mirada de Hana; quizás la vida no solo le reserva días de aburrimiento y sábados estresantes con las discusiones de sus hijos. 

Es muy fácil sentir afecto por los personajes principales de Ice Mother, y es porque son muy reconocibles. Todos conocemos a una Hana y un Brona, todos podemos identificarnos con sus problemas. Haciendo una demostración de ingenio, Sláma los rodea a ambos de elementos convincentes, casuales y ligeramente absurdos (como una gallina celosa que se lleva el protagonismo en varias escenas) que demuestran que nunca es demasiado tarde para cuestionar las opiniones que los demás tienen sobre nosotros y plantearse sinceramente qué es lo que quiere uno mismo en realidad. Basta con responder con honestidad para que el problema esté medio resuelto. Otro mérito del film es que el satélite que es Hana no decide simplemente orbitar alrededor de un planeta más amable, sino convertirse ella misma en un planeta.

Puede que el público objetivo evidente de la historia de Hana sean las personas más mayores, pero el guion de Sláma no es en absoluto unidimensional. Aunque la trama esté demasiado cargada de dramatismo familiar, y aunque el egoísmo de los hijos resulte a veces muy poco convincente, Ice Mother tiene mucho que ofrecer a varias generaciones, invitando a familias enteras a adentrarse en un mundo de aventuras y comprensión. 

La película cuestiona la imagen que tenemos de nosotros mismos, y ello podría dar pie a conversaciones saludables entre familiares que —como sucede con tanta frecuencia— estén instalados en una visión demasiado cómoda y generalmente errónea de las relaciones entre las diferentes generaciones. Los espectadores más jóvenes quizás deberán apartar la mirada cuando Hana y Brona intenten hacer el amor con una timidez propia de vírgenes, pero todos los espectadores recordarán frases que se cuentan entre las más emotivas del cine de este año: “Tengo frío”, dice Hana al salir del agua helada. “Sí, pero eres feliz”, responde Brona, cubriéndola con una toalla. 

Coproducida entre Negativ Film Productions, Artileria y Why Not Productions, Ice Mother es vendida internacionalmente por The Match Factory.

(Traducción del inglés)