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KARLOVY VARY 2017 Competición Documentales

Crítica: Muchos hijos, un mono y un castillo

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- KARLOVY VARY 2017: El español Gustavo Salmerón divierte, emociona y retrata una época con esta crónica del ascenso social, caída y recuperación de su familia, capitaneada por su fascinante madre

Crítica: Muchos hijos, un mono y un castillo

Últimamente el cine español, en su vertiente documental o fronteriza con este género, nos está reportando sorpresas, demostrando que las películas caseras y las radiografías familiares son una fuente inagotable, rica en temáticas, conflictos y matices: como ejemplos recientes, Converso [+lee también:
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, primer largometraje del actor Gustavo Salmerón, quien ganó el Goya al mejor corto en 2002 por aquella fantasía gastronómica/romántica titulada Desaliñada.

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En principio, pareciera que Muchos hijos… tiene poco que ver con aquel cortometraje, pero, hurgando en la psicología subterránea de este sorprendente documental, se encuentra el nexo: sólo un cachorro de Julita, la imaginativa, desbordante y valiente matriarca de la familia de Gustavo Salmerón, podría atreverse a filmar una chaladura tan osada, donde las ensaladas copulaban con pescados y hasta un mejillón tenía el rostro de Roberto Álamo. También Mastretta, ese compositor de bandas sonoras no suficientemente reconocido en España, une ambos trabajos: él ha compuesto la banda sonora de los dos títulos.

Filmada en localizaciones de las provincias de Valencia, Cuenca y Barcelona, donde se encuentra el castillo mencionado en el título, Muchos hijos… luce las hechuras de un vídeo doméstico hecho a base de retales de muchos otros vídeos, rodados con una obsoleta mini dv durante catorce años. Recorrido por un optimismo a prueba de ruinas, el documental está protagonizado por una mujer que tiene más de 80 años y recuerda a aquella maravillosa Rafaela Aparicio de Mamá cumple cien años, una de las películas más aplaudidas de Carlos Saura: aquí la matriarca también es una señora que sabe poner buena cara al paso del tiempo, a las traiciones de la vida y a los caprichos del destino.

Julita es, asimismo, pura España y todos tenemos cerca una como ella: una doña Quijote con un magnetismo instantáneo de líder, una niña octogenaria que arrastra a su camada numerosa detrás para que participe en sus juegos. Gustavo Salmerón, el menor de sus vástagos, ha sabido apreciarlo y ha tenido la paciencia, valentía y generosidad de compartirlo con el espectador: para ello ha seleccionado 90 minutos de entre 400 horas de material rodado (¡bravo por el trabajo de los montadores, Raúl de Torres y Dani Urdiales: el ritmo nunca desfallece!), le ha dado un tono de comedia ágil y ácida (son muchas las lecturas que se extraen aquí) y ha escrito –junto a de Torres y Beatriz Montañez- un guion con estructura de film de ficción, donde no falta un macguffin genial, esperpéntico y terrible, que aplaudiría, descacharrado de risa, el travieso dúo Berlanga/Azcona.

Muchos hijos, un mono y un castillo es una película rodada, dirigida, coescrita y producida por Gustavo Salmerón a través de su propia compañía (Gustavo Salmerón P.C.).

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