04/08/2017 - LOCARNO 2017: Nadir Moknèche no pierde nunca el control de una película conmovedora sobre la familia, las raíces y la identidad con una Fanny Ardant excepcional en su papel de transexual

La muerte de una madre desencadena a menudo una tormenta de una fuerza inesperada en la vida de un hombre. Tal es el caso de Zino, el personaje motor de lo nuevo de Nadir Moknèche, Lola Pater [+lee también:
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ficha de la película], obra estrenada a escala en la Pizza Grande en el 70ºfestival de cine de Locarno. Este joven parisino aparentemente estable, afinador de piano (interpretado por el prometedor Tewfik Jallab), ha de sumar otro vacío al del duelo habitual; un vacío reprimido hasta entonces y todavía más profundo como lo es la ausencia, desde hace mucho tiempo, de un padre. Su padre, en efecto, abandonó a su mujer y a su hijo hace un cuarto de siglo. Sobre este contexto traza despacio el director franco-argelino (apreciado por sus trabajos anteriores: Le Harem de Mme Osmane, Viva Laldjérie, Délice Paloma [+lee también:
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ficha de la película] y Goodbye Morocco [+lee también:
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ficha de la película]) una tierna intriga sobre temas difíciles y dolorosos sin ceder a la tentación de dramatizar en exceso e inyectando cierta distancia y diversión a una situación que bien podría haber caído en la gravedad plomiza o en el circo desrazonado. Zino descubrirá rápidamente, así, que su padre Farid ahora es una mujer llamada Lola (encarnada maravillosamente por Fanny Ardant).

Por instrucción del notario encargado de manejar la sucesión, Zino viaja al sur de Francia para transmitir la noticia del deceso de su madre a quien fue su esposo. Farid/Lola ahora lleva una existencia armónica en pareja con una mujer y dando clases de baile y prefiere esconderse y no asumir el previsible impacto de una confrontación en ese sentido. Frito del gran sufrimiento afectivo, Lola acabará armándose de valor ("tengo que conseguirlo yo sola. Tengo miedo. Lo abandoné. 25 años después, regreso. ¿Cómo puedes esperar que todo vaya bien?") y provocará un encuentro en París con un Zino de regreso a su vida y desconocedor aún de la metamorfosis de Farid. Juntos recuperarán con nostalgia esos fragmentos de su pasado en familia (con fotos y vídeos). El deseo latente de encontrar a ese padre desconocido salta por los aires en su primer cara a cara “de verdad” ("¿es una broma? ¡No te acerques! ¡Eres un enfermo!") pero, después, la aceptación se va abriendo paso poco a poco: los dos personajes se acercan y aprenden a conocerse ("¡Menudo padre estás hecho!"). Más allá del cambio de identidad sexual y de sus motivaciones, que Lola va aclarando lentamente ("no te imaginas el sufrimiento que conlleva habitar un cuerpo que no te pertenece"), no se desvanece la rotura de un vínculo, otrora más estrecho: el abandono de un niño por parte de su padre.

Apoyándose en una puesta en escena tan discreta como contenida y en el conocido talento de Jeanne Lapoirie en la fotografía, Lola Pater es una película hermosa, pudorosa en su rechazo de los entresijos folclóricos de la transexualidad, que prefiere tirar con delicadeza del hijo de la relación filial y de la importancia de las raíces para ofrecer una dimensión más abierta al gran público de un tema que generalmente se trata en la gran pantalla en su vertiente más "sensacionalista". El enfoque es dulce y solar y debe mucho a la justeza de sus dos actores principales (a los que secunda bien Nadia Kaci) y a la sensibilidad de Nadir Moknèche: un director y guionista con un sentido del ritmo narrativo especialmente agudo.

Lola Pater es una producción de la francesa Blue Monday Productions en coproducción con la belga Versus. ARP Sélection la distribuirá en Francia a partir del 9 de agosto. De sus ventas internacionales se ocupa Doc & Film.

(Traducción del francés)