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TORONTO 2018 Special Presentations

Crítica: Wild Rose

por 

- TORONTO 2018: En este film de Tom Harper, Jessie Buckley nos brinda una impresionante interpretación en el papel de una expresidiaria que sueña con triunfar en el country

Crítica: Wild Rose
Jessie Buckley en Wild Rose

Toda película en la que un músico sale de la cárcel para embarcarse en la aventura de dar un concierto, cueste lo que cueste, en una ciudad estadounidense, recordará inevitablemente a los espectadores el clásico de 1980 Granujas a todo ritmo, de John Landis. Y ciertamente, hay algo de los hermanos de aquella película en la determinación de Rose-Lynn Harlan (Jessie Buckley), la belicosa heroína escocesa del film de Tom Harper Wild Rose [+lee también:
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, proyectado como parte de las Special Presentations del Festival Internacional de Cine de Toronto.

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En vez de Chicago, Rose sueña con conquistar Nashville, pero esta expresidiaria glasguana y madre soltera de dos niños tendrá que recorrer un largo y arduo camino si quiere lograr su sueño de convertirse en una estrella de la música country. En vez de adoptar el planteamiento de Granujas a todo ritmo y contar una historia fantasiosa y divertida, la cinta toma mucho más de otro musical de 1980, Cómo eliminar a su jefe, en la forma en que el aspecto social de la trama desafía las normas de género. Wild Rose cuestiona si una mujer debería poner su carrera por delante de la maternidad, y la determinación de Rose de triunfar como música le da una osadía que la convierte en uno de los personajes más fascinantes del cine británico del 2018.

Jessie Buckley está magnífica en el papel principal. La actriz canta ella misma las canciones y nos brinda una interpretación que no solo supera su rol en Beast [+lee también:
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entrevista: Michael Pearce
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, que le dio la fama, sino que además demuestra una amplitud de registros que pocos actores jóvenes en activo pueden igualar. Al principio, la historia está a la altura de su talento, pues el sutil guion de Nicole Taylor no juzga a Rose por perseguir sus sueños. 

Es una pena que el camino a Nashville sea tan desigual. Rose consigue un trabajo como limpiadora y se convierte en un proyecto para la acaudalada Susannah (Sophie Okonedo), pero el vínculo entre ambas nunca resulta creíble, sobre todo cuando lo comparamos con la relación tóxica que Rose tiene con su propia madre, Marion (Julie Walters). El viaje a la tierra de los sueños continúa en una sección tosca en la que Rose viaja a Londres para conocer al DJ de la BBC "Whispering" Bob Harris (que se interpreta a sí mismo) y pedirle consejos sobre el negocio de la música. Estos elementos superfluos y burdos desmerecen la historia de lucha que es el centro de la trama, y que solo recupera la intensidad una vez que Rose vuelve a Glasgow. Allí, el film da una vuelta de tuerca a raíz de una sentida conversación entre Rose y su madre, que finalmente cede y da a su hija el regalo de su vida.

El mayor problema de Wild Rose es que Taylor y Harper finalmente se contentan con dar a la transformadora aventura que vive Rose una conclusión muy predecible y superficial. Cuando viaja a Nashville (curiosamente, no se mencionan los problemas de visado que tendría un expresidiario para entrar en Estados Unidos), Rose llega a una revelación que es tan trivial y conformista que parece haber sido concebida únicamente para dar a la historia un final optimista, desechando el crudo realismo que se promete inicialmente. A estas alturas, ya no cabe hablar de una "rosa salvaje", sino decir que "cada rosa tiene su espina". Y esta rosa pincha.

Wild Rose es una producción británica de Fable PicturesEOneBFI National Lottery, Creative Scotland y Film4. Las ventas internacionales están a cargo de la compañía estadounidense Sierra/Affinity.

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(Traducción del inglés)

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