27/11/2018 - La última película de Rubén Mendoza, presentada en la Competición Oficial de Tallin, es una singular road movie que aporta al mismo tiempo una sensación sofocante y agradable

A pesar de comenzar directamente con un funeral, la última película del director colombiano Rubén Mendoza, proyectada como parte de la Competición Oficial del Festival Black Nights de Tallin, presenta el luto como un proceso paulatino. En Niña errante [+lee también:
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ficha de la película], cuatro chicas lloran la muerte de un hombre al que apenas conocían: su escurridizo padre, un personaje tan fascinante como infiel, cuyo funeral consigue reunirlas a todas. Tan solo Ángela (Sofía Paz Jara), apenas una adolescente, guarda recuerdos sobre él, al haber sido criada por éste tras la muerte de su madre. Aunque en un principio se muestra reacia, la joven acaba subiéndose a un coche con sus hermanastras, embarcándose en un viaje hacia “ninguna parte”. Durante el trayecto, todas comparten historias personales sobre arrepentimiento y amores pasados, a medida que el vínculo entre ellas se hace más fuerte.

Sin embargo, lo que más le interesa a Mendoza no son los lazos familiares, sino los cuerpos. Por muy inapropiado que parezca, la película sigue de cerca el descubrimiento personal de Ángela a través de las mujeres que la acompañan. La sexualidad juega un papel secundario en la cinta, representada brevemente como una fuerza amenazadora. El único placer que ofrecen los cuerpos es una sensación de comodidad y aceptación, mientras que los largos planos en los que observamos a las protagonistas, respirando al unísono mientras duermen profundamente con las piernas entrelazadas, no resultan para nada intrusivos. Los cuerpos se presentan como algo a descubrir y explorar lentamente, como una tierra desconocida y en ocasiones hostil.

Con la ayuda de la directora de fotografía colombiana Sofía Oggioni, conocida por su trabajo en Los Silencios [+lee también:
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ficha de la película], Mendoza cuenta la historia de una forma bastante respetuosa. El director demuestra que también hay espacio para el juego y la diversión en el descubrimiento personal, mostrando a menudo partes aleatorias del cuerpo, caras cubiertas de pelo rebelde y uñas descuidadas. Hay también algo conmovedor en la forma desvergonzada en que sus protagonistas tratan sus cuerpos, mostrándose cautelosas únicamente cuando interactúan con hombres. "¿Por qué me miras las tetas?", le pregunta una de ellas a un mecánico particularmente odioso. "¿Acaso tengo subtítulos?” 

El ritmo de la cinta no es especialmente dinámico, pero se ajusta perfectamente a la atmósfera de la historia. Niña errante nos invita a embarcarnos en un viaje onírico y sofocante, con un destino final incierto que nos espera en algún lugar del horizonte. A excepción de un evento particularmente aterrador, la película presenta un tono suave y delicado, casi como un susurro, que acompaña la transformación personal de Ángela, animada por la sinceridad y el apoyo de las mujeres que la rodean. Gloria Steinem escribió en una ocasión que algunos artículos como “los sujetadores, las bragas, los trajes de baño y otras prendas similares son simples recordatorios visuales de una imagen femenina idealizada. Un estereotipo que los cuerpos reales y diversos de las mujeres no pueden llegar a alcanzar”. En Niña errante, estos objetos sirven únicamente para generar pura fascinación, ofreciendo un guiño a lo que aún está por llegar: la madurez femenina.

Escrita y dirigida por Rubén Mendoza, Niña errante es una coproducción entre la colombiana Día Fragma Fábrica de Películas SAS, a cargo de Daniel García, y la compañía francesa Ciné-Sud Promotion. La película ha recibido el apoyo de ProImagenes.

(Traducción del inglés)