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BLACK NIGHTS 2018 Competición Óperas Primas

Crítica: The Wild Fields

por 

- El ambicioso primer largometraje del joven ucraniano Yaroslav Lodygin es una irregular pero asombrosa adaptación de una famosa novela del coguionista Serhiy Zhadan

Crítica: The Wild Fields
Georgiy Povolotskiy en The Wild Fields

En el año 2010, el escritor ucraniano Serhiy Zhadan publicaba su novela Voroshilovgrad, un auténtico hito en la literatura contemporánea de su país, inspirando al joven cineasta Yaroslav Lodygin a realizar una adaptación cinematográfica de la misma. El propio escritor se sumó al proyecto como guionista, junto con Lodygin y Natalia Vorozhbyt. Tras siete años de desarrollo y producción de la película, The Wild Fields [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
ha tenido su estreno internacional en la Competición de Óperas Primas del Festival Black Nights de Tallin. Se trata de una cinta desigual pero impresionante, que ofrece una visión entretenida, aunque a menudo confusa, de la situación en Donbáss varios años antes del conflicto. 

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Herman (un carismático Oleg Moskalenko) se ve obligado a regresar a su ciudad natal después que su hermano abandone el negocio familiar, una gasolinera, para marcharse a Ámsterdam o a Berlín. Al menos eso es lo que dice Kocha, encargado de la gasolinera, cuando hablan por teléfono. Aunque no es muy útil en su trabajo como "experto independiente que lucha contra los enemigos de la democracia”, el protagonista cree que será capaz de resolver la situación rápidamente y regresar a Harkov al día siguiente. Por supuesto, este no es el caso, ya que una pandilla transfronteriza liderada por el misterioso Pastushok, y representada por su torpe secuaz Nikolay, quiere hacerse con el negocio. 

Con su llegada al pueblo, descubrimos a algunos de los viejos amigos de Herman, así como a nuevos conocidos, a los que describe mediante una directa voz en off. Además de Kocha, un "mal ejemplo” que se atiborra de pastillas para dormir con la excusa de que no funcionan, nos encontramos con Shura Trauma, el mejor mecánico de la ciudad y en su día el mejor delantero de fútbol de la región.

Nuestro héroe se ve envuelto en varias aventuras, incluidas dos amorosas: con la compañera de su hermano, Olya, y con Katya, probablemente menor de edad, que le enseña las tetas cuando se conocen por primera vez. Durante la primera mitad de la película la narrativa es sencilla y directa, pero a medida que Lodygin introduce algo más de dinamismo a la trama (con personajes y situaciones estrafalarias como un funeral shtundista o el tiroteo a una cabra en el tren privado de Pastushok) la historia cambia hasta el punto de no saber si Herman sigue siendo el único protagonista.

The Wild Fields es una ópera prima demasiado ambiciosa, pero desde luego merece una oportunidad. Por otra parte, la valentía y perseverancia que ha demostrado el director para llevarla a cabo son también merecedoras de respeto. La amplia y elegante fotografía de Serhiy Mykhalchuk se complementa perfectamente con la mezcla de géneros musicales que introduce Fima Chupakhin, desde el country rock de la secuencia inicial (en la que se muestra la belleza del paisaje de Donbáss) hasta los irónicos tintes al estilo Morricone que suenan antes de los duelos entre personajes, pasando por los fragmentos de jazz mientras Herman liga con Katya. El montaje rápido de Denis Zaharov, que utiliza numerosos primeros planos en los momentos dramáticos de la historia, sumado a una ambientación similar a la del Lejano Oeste recuerdan inevitablemente a los spaghetti westerns. 

La cinta es también un recordatorio de cómo la historia parece acelerarse en el siglo XXI. Voroshilovgrad se publicó en el año 2010, y la ciudad donde tiene lugar la acción se llama Luhansk desde 1990, un nombre con el que mucha gente estará familiarizada debido a las noticias, por razones que seguramente están conectadas con algunos de los elementos que Zhadan describe en su libro. 

The Wild Fields es una coproducción entre la ucraniana Limelite y la suiza Film Brut.

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(Traducción del inglés)

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