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TRIESTE 2019

Crítica: Kobarid

por 

- El documental de Christian Carmosino Mereu advierte de los horrores de la guerra y homenajea a los fallecidos en la Batalla de Caporetto

Crítica: Kobarid

Kobarid es el nombre esloveno de Caporetto, un pequeño municipio al oeste de Eslovenia, cerca de la frontera con Italia. Caporetto es sinónimo de fracaso para la población italiana, y su nombre se usa en la actualidad para referirse a una derrota aplastante. Y eso que ya ha pasado un siglo desde la famosa batalla, que tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial, desde el 24 de octubre hasta el 27 de noviembre, entre las tropas del Ejército Real italiano y las fuerzas austrohúngaras, terminando en la apresurada retirada de las tropas italianas tras perder más de 10.000 soldados (el bando "ganador" tuvo más de 50.000 bajas, así como un millón de refugiados civiles). 

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El documental de Christian Carmosino Mereu, Kobarid [+lee también:
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, en liza en el Festival de Trieste, homenajea a los fallecidos, usando la célebre derrota para advertir de los horrores de la guerra.El documental comienza con la región de Carso cubierta por la nieve, filmada con tonos violáceos por el experto cineasta. A lo lejos, se oyen ecos de bombardeos. Los árboles están desnudos y negros, destrozados por la batalla. Alessio Boni lee un texto escrito por Carmosino junto con Maria Margioni: "Sé que es una locura. Un hombre muerto que yace en una cuneta llena de angustia el corazón, pero muchos cadáveres a lo largo de un camino alivian el dolor". La anestesia de la muerte. Estas son frases sacadas de un poema terrible, inspirado en testimonios reales de soldados italianos y austrohúngaros, ahora archivados en el Museo Kobarid. Las palabras recuerdan al poeta esloveno Srečko Kosovel, o al libro de Giani Stuparich Guerra del '15, un diario antimilitar escrito en las trincheras por un intervencionista que acudió personalmente para comprender hasta qué punto sus sueños sobre la guerra, así como los de toda una generación de jóvenes intelectuales, eran ilusorios y literarios. El film entra en resonancia con la vasta literatura de la Gran Guerra, textos de Ernest Hemingway y Louis-Ferdinand Céline, así como poemas de Giuseppe Ungaretti, que luchó en el Carso. Una actividad antirretórica que da voz a los soldados, de forma similar a la cinta de ficción de ErmannoOlmi Volverán los prados [+lee también:
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, estrenada en2014. "Todos nos vemos a nosotros mismos en los muertos", dice Curzio Malaparte, a quien se llama al principio del documental por su nombre real, Kurt Erich Suckert. "Encontramos nuestra humanidad en esos rostros desfigurados, en la piel hinchada y agrietada, que también ha respirado aire y caminado bajo el sol". En Kobarid, las imágenes de la zona que rodea el pueblo y el valle de Isonzo, de túneles y trincheras, puntuadas por las palabras del intenso sufrimiento y terror diario, alternan con las imágenes irreconciliables de los visitantes actuales, turistas que llevan pantalones cortos y camisetas, esquiadores en las colinas, las carreteras de Eslovenia, un país en constante crecimiento. La banda sonora siniestra y dolorosa de la película fue compuesta por Svarte Greiner, alias Erik K. Skodvin, un artista noruego y miembro del dúo Deaf Center, que forma con Otto Totland, y recuerda de alguna forma a la hermosa música de Dead Man, de Jim Jarmusch, compuesta e interpretada por Neil Young. 

Fabrizio Mambro se encargó del montaje del film, mientras que la fotografía, el sonido directo y la producción ejecutiva estuvieron a cargo del propio director, que también coprodujo la cinta en colaboración con Command B, Incadenza Film, y el Departamento de Filosofía, Comunicación y Entretenimiento de la Universidad de Roma Tre.

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(Traducción del italiano)

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