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RÓTERDAM 2019 Competición Bright Future

Crítica: Mens

por 

- Isabelle Prim firma una cinta original, artesanal e inteligente que relaciona y mezcla dos épocas distantes con una investigación criminal como trasfondo

Crítica: Mens

La Bouffette, un dulce "de orígenes modestos" que posee "una rica historia" y une dos bizcochos genoveses con una crema cuya composición sigue siendo secreta: esta es la especialidad de Mens [+lee también:
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, un pequeño municipio de Isère, en los Alpes, que da título al segundo largo de la francesa Isabelle Prim, proyectado en el 48º Festival de Róterdam, en la competición Bright Future. Una rareza culinaria que resume bastante bien el espíritu de una cinta en apariencia muy simple y producida con medios más bien minimalistas, pero que trabaja con mucha astucia la experimentación y la narrativa, revisitando una investigación criminal de 1895 a partir de nuestra época contemporánea, difuminando la temporalidad mediante una atmósfera en las lindes del sueño y la catalepsia. 

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"Un tal Louis Dournon ha sido asesinado. El cuerpo se encontró a 500 metros de Mens. Espero instrucciones". Al descubrir este telegrama (dirigido al procurador de la República en Grenoble) en una caja que perteneció a su difunta abuela, cuya casa está vaciando junto a su madre, Jean (Miljan Châtelain), un adolescente de 14 años, se interesa por una historia familiar (el muerto es su bisabuelo) y lee todos los textos el dossier de instrucción mientras vuelve en coche con su madre. Durante el viaje, le entra sueño y aparece en Mens, en enero de 1895, en el rol del juez que lleva la investigación. Desde la reconstrucción meticulosa del asesinato hasta los interrogatorios de los seres cercanos al fallecido (su mujer, su hermano, sus vecinos, su cuñada, su cuñado, su suegra, llamada "la Viuda", y finalmente, un hombre que despierta más sospecha que nadie y al que hemos entrevisto golpeando a la víctima al principio del film), el juez, ayudado por el secretario judicial Rippert (Richard Peyraud), va desvelando poco a poco una verdad bien macerada en los secretos y cotilleos locales...

"Aquí comenzó para mí lo que llamaré el derrame del sueño en la vida real". El joven juez se duerme sin cesar y flota en un entorno de apariciones e intuiciones: los callejones oscuros de la ciudad y sus luces ectoplásmicas, los interiores oscuros y asfixiantes, la repeticiones de los dictámenes orales y las transcripciones leídas en alto por el secretario, todo ello solapándose por momentos, al igual que las épocas (policías que van vestidos con uniformes contemporáneos; jóvenes en moto de Enduro que surgen en la reconstrucción del relato de 1895; fotografías de finales del XIX que se encuentran con vídeos hechos con móviles; secuencias en blanco y negro, etc.), Mens ilustra formas diferentes y creativas de lo que parece su principal objetivo: "todo concuerda, todo se separa, pero todo se reúne finalmente en este pequeña región". Una imbricación de experimentos (a partir de un guion escrito por la realizadora y Thomas Pujol) potenciada además por el buen trabajo de sonido y música (firmado por Géry Petit) y cuyo fascinante encanto se despliega progresivamente, despejando esa impresión muy teatral que domina al principio y haciendo emerger una cinta sutil que saca el máximo partido de sus limitaciones de producción, como ejemplifican esos planos de dron que anclan la historia en el exquisito paisaje de la meseta de Trièves (donde Cédric Kahn rodó La Prière [+lee también:
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).

Mens es una producción de Ecce Films, que se encarga además de las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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