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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Crítica: El canto del lobo

por 

- El primer largometraje de Antonin Baudry, sobre los submarinos nucleares, es espectacular, trepidante, hiperrealista y supera los estándares de la producción francesa

Crítica: El canto del lobo
Mathieu Kassovitz, François Civil y Omar Sy en El canto del lobo

“Es eso o el apocalipsis”. Antonin Baudry, antiguo consejero del Primer ministro, diplomático y autor de cómics (Quai d’Orsay [+lee también:
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adaptado a la gran pantalla por Bertrand Tavernier), deja el listón muy alto con una película de acción ambiciosa y original. El canto del lobo [+lee también:
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, su impresionante debut como director, se estrena el 20 de febrero en los cines franceses de la mano de Pathé, y ha sido adquirida por Netflix en Berlín para América del Norte, del Sur, España y Escandinavia.

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La intriga, que arranca a 1.000 kilómetros por hora (con un guión escrito por el propio cineasta), nos catapulta directamente a la inmensidad del mar (con una cita de Aristóteles: “Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que están en el mar”), al interior de un submarino nuclear de ataque francés, Le Titane, que pasa discretamente por Libia y se prepara para recuperar a buzos militares en misión secreta en tierra. En la sala de mandos, el comandante Grandchamp (Reda Kateb) y su mano derecha, D’Orsi (Omar Sy), están a la espera de cualquier información que oiga Chanteraide (François Civil), el técnico encargado de escuchar, analizar e interpretar los diferentes sonidos emitidos en los alrededores. Identifican a una fragata iraní antes de encontrarse una sorpresa: un misterioso submarino que Chanteraide no ha visto. El Titane es descubierto y atacado por un helicóptero iraní. El submarino asciende rápidamente a la superficie y su complicada respuesta con el lanzaproyectiles acaba perjudicándolo.

Con este suspenso intrigante, que se mantendrá hasta el final, los protagonistas vuelven a la base en un clima geopolítico tenso (“¿Estamos en guerra?”, se pregunta la radio mientras dos divisiones de blindados rusos entran en Finlandia). Para reafirmar su postura de disuasión, Francia decide enviar en misión al L’effroyable, un submarino nuclear lanzamisiles. El almirante Alfost (Mathieu Kassovitz) confía el mando a Grandchamp, mientras que D’Orsi vuelve a dirigir el Titane, que hará de escolta. Al mismo tiempo, en el Centro de Interpretación y Reconocimiento Acústico, Chanteraide elude el reglamento militar y descubre el misterio de su error de identificación inicial, mientras inicia una relación con una librera de la ciudad (la alemana Paula Beer). Pero cuando regresan los submarinos franceses, suena la alarma: se ha lanzado un misil contra Francia desde el mar de Bering. El presidente de la República da una orden irreversible de respuesta a L’effroyable. Pero pronto se entera de que el ataque no era nuclear ni tampoco fue lanzado por los rusos. Por lo tanto, debe localizar lo antes posible al L’effroyable, que ha desaparecido de los radares y ha cortado todas las comunicaciones…

El canto del lobo, que resulta creíble gracias a un uso intensivo del vocabulario técnico y de los procedimientos (test de reconocimiento de sonidos, descifrar mensajes encriptados, etc.) de un campo tan específico como los submarinos nucleares (siguiendo el lema “invisible y silencioso, traigo la muerte”) y del contexto geopolítico global, es un thriller apasionante y sorprendente dentro de la producción francesa y europea. La película ofrece un espectáculo fascinante e inteligente mientras recrea la intensidad de las relaciones humanas a puerta cerrada (con excelentes intérpretes —aunque algunos se apoyen más en su carisma que en una autoridad militar innata— y un magnífico trabajo de sonido y decorados) bajo la enorme presión de los asuntos de vida o muerte.

El canto del lobo ha sido producida por Pathé (que gestiona las ventas internacionales), Trésor Films y Chi-Fou-Mi Productions.

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(Traducción del francés)

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