09/05/2019 - El tercer largo del escocés Scott Graham se acerca a unos padres que ven cómo sus hijos cometen los mismos errores que ellos, y al conflicto entre libertad adolescente y responsabilidad adulta

En su tercer largometraje, Run [+lee también:
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ficha de la película], que se ha estrenado recientemente en la sección International Narrative Competition de Tribeca, el director escocés Scott Graham (Iona [+lee también:
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ficha de la película], Shell [+lee también:
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ficha de la película]) sigue el ejemplo de Bruce Springsteen y sus canciones sobre la vida en un pueblo pequeño. La película empieza con una cita de Born to Run y el título de la canción también aparece tatuado en el cuerpo de ambos protagonistas.

Finnie (Mark Stanley, visto en Euphoria [+lee también:
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ficha de la película] y Ready Player One) y Katie (Amy Manson, visto en T2 Trainspotting [+lee también:
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entrevista: Danny Boyle
ficha de la película]) son un matrimonio que ronda los cuarenta años y que vive en un pequeño pueblo de la costa de Escocia. Finnie trabaja en una planta de procesado de pescado con su hijo mayor, Kid (Anders Hayward), y en casa también tiene un hijo menor, Stevie.

Al principio de la película, Kid es despedido del trabajo, a pesar de que Finnie intenta convencer al jefe de que no lo haga, ya que la novia del chico, Kelly (Marli Siu, vista en Ana y el apocalipsis), está embarazada. Graham trata esta escena, y todo el primer acto, con la mejor tradición del realismo kitchen-sink británico, pero Run no es sólo una película sobre problemas sociales. Es un tratado sobre querer huir del aburrimiento y de las limitaciones de la vida en un pueblo pequeño pero sin llegar a hacerlo; y sobre cómo las vidas y los errores de los padres vuelven a repetirse en los hijos. También trata de cómo los padres se perciben a sí mismos a través de las elecciones de sus hijos.

Al igual que en las canciones del universo Springsteen, en el pequeño pueblo escocés los jóvenes se divierten corriendo carreras en coches tuneados. Finnie era uno de los héroes de la calle. Después de una noche difícil donde discute con todos los miembros de su familia, decide irse a dar una vuelta en el coche de Kid. En el camino, recoge a Kelly, y la inesperada pareja pasará la noche deambulando.

No es fácil hacer una película comprometida con un escenario tan desolador, especialmente cuando la parte más importante se centra en dos personajes sentados en un coche. Graham lo consigue con una serie de tomas creativas bien diseñadas y editadas, y con un rico diseño de sonido que incorpora sonidos del tráfico, fragmentos de canciones procedentes de otros coches y el ruido de las olas que chocan contra el muelle.

Todos los elementos que Graham necesita para explicar su punto de vista están presentes. El sentimiento de nostalgia de Finnie hacia el pasado y el dolor de sentirse encadenado a él, exacerbado porque su hijo se ha convertido en la misma persona que él, se presenta de forma convincente. Sin embargo, la película en general parece un boceto bien pensado más que una obra cinematográfica completa. Como apenas hay argumento en este planteamiento tan básico, Graham se apoya en los detalles, la atmósfera y las interpretaciones. Todos estos aspectos funcionan pero algo se pierde para que el espectador pueda identificarse con los personajes. Quizás un argumento más ambicioso hubiese dado a los héroes más oportunidades de mostrar sus cualidades humanas y defectos; y el público se hubiera identificado más. Cuando las cosas se calman, Finnie y Katie (y, en el futuro, Kid y Kelly) son buenas personas que no han estado a la altura de su convicción de que nacieron para huir.

Run es una coproducción de la compañía con sede en Londres bard entertainments y de barry crear, con sede en Glasgow. Film Constellation, de Reino Unido, gestiona los derechos internacionales.

(Traducción del inglés)