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CANNES 2019 Un Certain Regard

Crítica: Las golondrinas de Kabul

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- CANNES 2019: Zabou Breitman y Eléa Gobbe-Mevellec se adentran en la Kabul de los talibanes y firman una lograda adaptación animada de la novela de Yasmina Khadra

Crítica: Las golondrinas de Kabul

"Ningún hombre le debe nada a ninguna mujer". En la capital afgana, Kabul, a finales de los 90, el dominio de los talibanes ha sumido a la sociedad local en el oscurantismo, bajo la autoridad de la sharía y sus fanáticos armados. La universidad está devastada, la música, prohibida, hay lapidaciones en plena calle y ejecuciones en el estadio nacional, antes de los partidos de fútbol: el miedo se ha adueñado de las mentes y la rutina de los lugareños. Y para las mujeres, condenadas a caminar por la ciudad acompañadas y ocultas bajo el tradicional burka, con una rejilla sobre los ojos, esta vida es sinónimo de reducción a la nada, pues la dominación masculina ha tomado unas proporciones arrolladoras en nombre de la religión (y del control de masas). En el marco de este sombrío periodo, que desafortunadamente todavía continúa en algunos lugares y que no hay que dejar de denunciar, ambientó el novelista argelino Yasmina Khadra su excelente bestseller Las golondrinas de Kabul (2002), convertida hoy en una lograda cinta de animación firmada por las francesas Zabou Breitman y Eléa Gobbe-Mevellec, y presentada en la sección Un Certain Regard del 72º Festival de Cannes, Las golondrinas de Kabul [+lee también:
tráiler
entrevista: Zabou Breitman, Eléa Gobbe…
ficha de la película
]

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Adaptada con ingenio por Sébastien Tavel, Patricia Mortagne y Zabou Breitman, la trama cruza la trayectoria de tres protagonistas: el exmuyahidín Atiq, convertido en guardia de la cárcel local después de haber luchado durante años contra los soviéticos, y la pareja de profesores en paro que forman Mohsen, que está profundamente deprimido (pues sus valores se ven peligrosamente amenazados por las circunstancias), y Zunaira, una mujer enamorada de la libertad. En torno a ellos, gravitan una multitud de personajes secundarios: Mussarat, la mujer de Atiq, que tiene un cáncer en fase terminal (un antiguo compañero de armas del guardia aconseja a este que la repudie), Qassim, implacable jefe de la policía moral, el profesor Arash, que ha abierto un colegio clandestino, un antiguo mulá que sueña con huir, etc. Un accidente mortal después de una pelea lleva a Zunaira a la cárcel de Atiq, revolucionando la vida de este. Pero la ejecución de la joven se acerca y los opresores están atentos al mínimo paso en falso...

¿Cómo conservar la esperanza y las ganas de vivir en un entorno asesino, en un sistema carcelario a cielo abierto en el que las mujeres están relegadas a la peor de las sumisiones? Creando una cinta cuya estética visual permite abordar acontecimientos trágicos de forma frontal y sin demasiada violencia psicológica para el espectador, las dos directoras sacan el mejor partido de una trama sencilla, pero perfectamente articulada. Tejiendo tranquilamente bajo los hilos argumentales un abanico de temas (la pareja, el amor, los exsoldados, el integrismo, las debilidades humanas y las luces de la fe y la esperanza bajo un yugo dictatorial, etc), siempre respetando cuidadosamente las reglas del suspense, Las golondrinas de Kabul es un buen ejemplo (estético y narrativo) de la capacidad para transmitir ideas esenciales, humanistas y feministas, entre un gran público (de jóvenes y adultos) que ofrece el cine animado de autor.

Producida por Les Armateurs y coproducida por Arte France Cinéma, la compañía luxemburguesa Melusine Productions, las suizas Close Up Films y la monegasca RTS KNM, con el respaldo de Eurimages, entre otros, Las golondrinas de Kabul es vendida internacionalmente por Celluloid Dreams.

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(Traducción del francés)

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