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CANNES 2019 Quincena de los Realizadores

Crítica: Lillian

por 

- CANNES 2019: La fábula moderna de Andreas Horvath, inspirada en la desaparación de Lillian Alling en 1927, tiene ecos de Carretera perdida de David Lynch y Under the Skin de Jonathan Glazer

Crítica: Lillian
Patrycja Płanik en Lillian

La Quincena de los Realizadores de este año ha descubierto una joya. Lillian [+lee también:
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, de Andreas Horvath, es una road movie por Estados Unidos y, a la vez, una lección de historia sobre Nativos Americanos, un estado de la cuestión sobre la vida rural y un thriller místico con un trasfondo medioambiental.

El argumento es simple. Una joven rusa sin papeles no puede trabajar ni como actriz porno. Un productor le dice que vuelva a Rusia y, debido a su falta de recursos, decide volver a pie. Es una idea tan absurda que la única forma de hacerla posible es basarse en una historia real. Horvath ha tenido en mente la historia de Lilian Ailing durante 15 años. Ailing desapareció mientras caminaba de Estados Unidos a Rusia en 1927, y esta película es una interpretación contemporánea.

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Horvath, nacido en Salzburgo, ya mostró su fascinación por el Medio Oeste de los Estados Unidos en su documental This Ain’t No Heartland, que obtuvo el Gran Premio en el Festival de Cine Internacional de Chicago, en 2004. Su nueva película es una ficción híbrida donde él y la artista visual Patrycja Płanik viajan por Estados Unidos grabando escenas en situaciones y localizaciones reales. Ella interpreta a Lillian como un alma tranquila y resuelta, con habilidad para sortear posibles peligros (hay una impresionante persecución en unos campos de maíz); pero también es vulnerable y se siente perdida. Es un ensayo sobre la soledad y la determinación, con Estados Unidos como lienzo. La interpretación es principalmente física puesto que la protagonista se lava los pies en lavabos, roba ropa y camina.

Es un viaje fascinante con una miríada de personajes que continúa la tradición de cineastas europeos, desde Bruno Dumont a Wim Wenders, y que usa la road movie como una plantilla para explorar Estados Unidos; en especial, las zonas rurales alejadas de la metrópolis. Donde Michelangelo Antonioni quedó fascinado por los Black Panthers en Zabriskie Point, Hovarth muestra la división racial con el trato a los Nativos Americanos y el genocidio sobre el que se construyó el Estados Unidos actual.

Horvath comparte con el productor de la película, Ulrich Seidl, el deseo de destapar el principio cruel de la existencia. También hay otro elemento místico en la cinematografía (similar a las películas de David Lynch o a Under the Skin [+lee también:
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, de Jonathan Glazer), con la cual comparte espíritu, pero con indicios de que el mundo espiritual se mueve junto al mundo natural. Es una película atrapante, que une naturaleza y humanidad de forma cruel e inesperada. El polivalente Horvath también está a cargo de la cinematografía etérea y colabora en la memorable banda sonora. Es una película repleta de carteles que advierten sobre peligros, como “Las chicas no hacen autostop”; pero las  interacciones (bastante desastrosas) de Lillian reflejan a la perfección la frialdad de Estados Unidos y nos llevan hacia un lento viaje hacia el abismo.

Lillian ha sido producida por la compañía austriaca Ulrich Seidl Filmproduktion GmbH. Cercamon, con sede en Dubai, gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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