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CANNES 2019 Competición

Crítica: El reflejo de Sibyl

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- CANNES 2019: Justine Triet firma una cinta muy rica, lúdica y cruel, enredando temáticas y espejos ilusorios en torno a una excelente Virginie Efira

Crítica: El reflejo de Sibyl
Virginie Efira en El reflejo de Sibyl

Deseos, debilidades, relaciones de fuerza, realidad y fantasía, sinceridad y dudas, creación y secretos: gracias a una espiral vertiginosa, seductora y peligrosa, la cineasta francesa Justine Triet se ha propulsado con una gran ambición narrativa hasta el Festival de Cannes, donde compite por primera vez con El reflejo de Sibyl [+lee también:
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. Jugando con su particular subjetividad en la fina línea que separa la comedia y el drama (una frontera que ya exploró, por vertientes muy distintas, en La batalla de Solférino [+lee también:
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), la realizadora teje un hilo de Ariadna en torno a la cuestión de la identidad, creando una sucesión de muñecas rusas que se van encerrando en sí mismas con una gran virtuosidad a medida que avanza la trama, que los personajes se entrecruzan y que el pasado entra en resonancia con el presente.

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Dicho así, puede parecer bien complicado, pero la cineasta sortea el obstáculo sin ninguna dificultad, pues no solo se decanta por una gran longitud de ondas para inyectar humanidad en cualquier situación, sino que también sabe situarse con presteza a una distancia ligeramente humorística, sin dudar tampoco en cargar los clichés cuando es necesario. Y para lograrlo, cuenta con una actriz principal, la belga Virginie Efira, cuya fuerza y frialdad superficial disimulan una profunda plasticidad e intensifican los delirios.

"Es una ebriedad sin peligro". Sibyl (Efira), que tiene dos hijas y vive con su pareja, Étienne (Paul Hamy), ha tomado una gran decisión: abandonar poco a poco su gabinete de psicoanalista para volver a la escritura de novelas, una actividad que dejó de lado hace diez años. Pronto, solo le quedan cinco pacientes; una de ellas es una joven, Margot (Adèle Exarchopoulos), a la que ha aceptado de urgencia y que se debate en el dilema de abortar o no, y que la fascina cada vez más, hasta el punto que Sibyl empieza a transgredir su profesión de terapeuta, grabando a su paciente para luego convertirla en el personaje de una novela. Hay que decir que a la situación de Margot no le falta chicha: esta actriz está embarazada de un actor famoso, Igor (Gaspard Ulliel), con el que tiene una relación apasionada que le ha ayudado a conseguir el papel principal en Never Talk To Strangers, el nuevo film de la también célebre realizadora Mika (la alemana Sandra Hüller), que resulta ser la pareja oficial de Igor.

A pesar de las advertencias de su propio terapeuta (Arthur Harari, que coescribió el guion con Justine Triet), Sibyl se va dejando llevar por una situación que despierta sus propios recuerdos (un amor apasionado y muy carnal con Gabriel, interpretado por Niels Schneider; el lastre angustioso del alcoholismo heredado de su madre). Requerida de urgencia por Margot, que ha abortado para luego intentar suicidarse durante un rodaje en Estrómboli, Sibyl acepta el papel de consejera psicológica en el plató, donde Mika ya está al corriente de la relación entre Igor y Margot, pero no puede "darse el lujo de volverse loca" ("Si no hubieras rodado tantos planos, te destrozaría", espeta a su rival). El amor-odio está en su cima durante el rodaje, pero es Sibyl quien pierde la cabeza entre estos fríos monstruos del cine, acostumbrados a abrirse paso y crear en un océano de crispación, manipulación y sentimientos...

Experta en el arte de divertirse (sin caricaturizar ni juzgar, pero pasando por la lupa a los personajes y creando un ligero efecto de deformación) con las neurosis humanas, Justine Triet demuestra un agudo sentido de la narración de motivos que se encadenan con ingenio los unos con los otros. Su forma lúdica de trabajar con los comportamientos estereotipados no debe, evidentemente, tomarse en un primer grado, so pena de perderse lo que conforma la gran originalidad de la cineasta, esa voz sensible y lúcida que no trata de engañar al espectador, pero que logra ahondar con veracidad en los afectos universales, sabiendo plenamente que al final vale más reírse un poco de las propias lágrimas.

Producida por Les Films Pelléas, coproducida por France 2 Cinéma, Les Films de Pierre, Page 114, Auvergne-Rhône-Alpes Cinéma y la compañía belga Scope Pictures, El reflejo de Sibyl es vendida internacionalmente por mk2 Films.

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(Traducción del francés)

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