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TORONTO 2019 Special Presentations

Crítica: Dirt Music

por 

- Las pasiones se intensifican en la melodramática historia de amor, dolor y trauma de Gregor Jordan, ambientada en el interior de Australia

Crítica: Dirt Music
Kelly Macdonald y Garrett Hedlund en Dirt Music

Hacer creer al público el irresistible deseo entre dos desconocidos es uno de los mayores desafíos del cine. Bien contado, un romance prohibido o repentino parece bueno, y hasta lógico, a un nivel que trasciende la banalidad y el sentido común de la vida cotidiana.

Es algo que debemos tener en cuenta cuando vemos Dirt Music [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, la adaptación de Gregor Jordan de la novela homónima de Tim Winton. La historia recurre a la lujuria incontrolable pero falla en hacerla parecer estable.

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La película, proyectada en la sección Special Presentations del Festival Internacional de Cine de Toronto, presume de la sensibilidad, los impresionantes paisajes y un reparto plagado de estrellas que caracterizan al género. Seguimos a Georgie (Kelly Macdonald), una mujer joven aburrida de su vida como novia de Jim Buckridge (David Wenham), un pescador y héroe local de su pueblo de Australia occidental. Pronto se fija en Lu (Garrett Hedlund), un joven atractivo y exmúsico a quien ve cazando furtivamente de noche. A ella se le rompe el coche, él se ofrece a llevarla y ambos acaban alquilando una habitación en la ciudad para pasar la noche juntos.

Su amor a primera vista resulta poco convincente puesto que su primer encuentro queda ahogado en un diálogo ampuloso y antinatural. Aunque Geogie es ingeniosa, su parloteo, combinado con el silencio taciturno de Lu, hace que su conexión parezca inverosímil: cuando se van a la cama juntos, él parece más molesto que nunca.

Este mismo problema de diálogo omnipresente es una constante en toda la película. Aunque su atención a los impresionantes paisajes de la región sugiere que la naturaleza australiana y el sol abrasador son el combustible de las pasiones de sus habitantes, Dirt Music no nos da tiempo a absorber esa supuesta atmósfera estimulante. Cuando aparece información sobre el trauma de Lu y sobre una tragedia pasada que involucra a los tres personajes, la historia parece dolorosa y forzada. Además, su naturaleza melodramática contrasta con las interpretaciones naturales y sencillas del reparto.

La película consigue llegar al público con sus escasas secuencias musicales y los flashbacks que muestran a Lu tocando en una banda bluegrass junto a otras dos personas que no aparecen en la película, pero a quienes el taciturno Lu no consigue olvidar. Las canciones que toca la pequeña banda son más bonitas, convincentes y sentimentales que el resto de la película; momentos de descanso en una experiencia visual alienante.

Dirt Music ha sido producida por las británicas Wildgaze Films y Film4, y la australiana Aquarius Films. Cornerstone Films gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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