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PELÍCULAS / CRÍTICAS España

Crítica: La Rusa

por 

- La región de Extremadura, con sus pueblos, campos y sofocante estío, estimula la tensión de la ópera prima de Aritz Ortiz, un thriller que denuncia el abuso y el maltrato

Crítica: La Rusa
Monika Kowalska en La Rusa

En una escena de La Rusa [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, mientras sus dos protagonistas mantienen un tenso diálogo, un tren de pocos vagones pasa justo detrás de ellos: el ferrocarril en Extremadura, la región donde transcurre la acción de la primera película dirigida por Aritz Ortiz, es más que un medio de transporte, porque se ha convertido en todo un símbolo político y social. Ese denominado popularmente “tren del terror”, que puede dejar a sus pasajeros varados en cualquier lugar del trayecto entre Madrid y Huelva dado su defectuoso funcionamiento durante los últimos años, centra la reivindicación de mejoría de las comunicaciones de una de las regiones españolas más desfavorecidas y aisladas, a pesar de encontrarse justo a medio camino entre la capital española y Lisboa, y contar con un patrimonio histórico y rural magníficos.

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Ortiz ha rodado allí, en un pueblo de Badajoz llamado Valdetorres y utilizando a algunos de sus vecinos como extras, durante dos semanas de julio –justo cuando el calor no tiene clemencia con los campos extremeños–, un film de apenas una hora de duración que saca partido de la atmósfera cargada del momento y del –pareciera que remoto– lugar, logrando que, a veces, recordemos a un western o a clásicos españoles como Los santos inocentes, de Mario Camus, o El séptimo día, de Carlos Saura (dos películas que asimismo se filmaron en la región y donde, como en ésta, la violencia acaba estallando brutalmente).

La Rusa, que también comparte ADN tenso con películas como Perros de paja y La jauría humana, aunque, obviamente, juega en una liga mucho más humilde, sigue la trayectoria de un urbanita que regresa a su pueblo 15 años después de haberlo dejado. Allí no se encuentra precisamente con un enclave turístico, fotogénico y relajado, sino con un escenario –en algún plano, casi tan tétrico como aquella seca villa donde transcurría ¿Quién puede matar a un niño?, de Chicho Ibáñez Serrador– donde la resignación se ha convertido en normalidad endémica y la opresión en su mayor lacra.

Algo irregular en su puesta en escena pero con un ritmo que va creciendo según avanza el metraje, La Rusa habla de miedo y resignación, de abuso y maltrato, de justicia poética y esperanza ofreciendo una –a veces incómoda– imagen de esa España deshabitada que no por poco habitual en las pantallas deja de ser interesante, atractiva y reivindicable.

La Rusa es una producción independiente de Cristina Moreno, Miguel Sánchez y Aritz Ortiz. Protagonizada por Monika Kowalska, Manuel Larrea, Xosé Núñez y Eduardo Rosa, llega a Filmin el viernes 15 de mayo y pronto a Amazon Prime Video. De su distribución se encarga #ConUnPack.

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