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CANNES 2020

Crítica: Gagarine

por 

- CANNES 2020: Fanny Liatard y Jérémy Trouilh consiguen reinventar el realismo social dramático tiñéndolo de onirismo espacial y de resistencia épica

Crítica: Gagarine
Alséni Bathily en Gagarin

En la gran pantalla, las afueras y sus barrios populares con sus interminables bloques de viviendas construidas en los años 60 y luego desacreditadas por ser un caldo de cultivo para el gueto social, casi siempre reciben un tratamiento realista en historias sobre delincuencia o esperanza de redención con el deseo de un lugar mejor. Pero Gagarine [+lee también:
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, el primer largometraje de Fanny Liatard y Jérémy Trouilh, que ha recibido la etiqueta Selección Oficial de la 73ª edición de Cannes y se ha presentado en el Marché du Film Online, se sale de este estereotipo para aventurarse con audacia y dominio en una refrescante mezcla de géneros, que abre horizontes espacio-temporales totalmente inesperados y envía mensajes codificados de resistencia a los que perciben el alma del lugar y ven más allá de las paredes. 

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337 apartamentos calificados de insalubres por algunos de sus habitantes, un bloque compacto de diez edificios de 13 plantas de ladrillo rojo, con ascensores en colapso crónico, microfisuras, hundimientos de tierra, instalaciones de agua y electricidad obsoletas, etc. El veredicto de los servicios técnicos municipales es irrevocable: el barrio de Gagarine de Ivry-sur-Seine, en la entrada de París, inaugurado como una utopía social en 1963 por el célebre cosmonauta soviético, debe ser demolido. Pero un joven negro de 16 años, Youri (la carismática revelación Alséni Bathily), rechaza la evacuación y el realojamiento después de haber intentado (es muy habilidoso) reparar (con material reciclado) las zonas comunes, ayudado por su amigo Houssam (Jamil Mc Craven) y la preciosa Diana (Lyna Khoudri), una chica gitana que vive en un campamento vecino. 

El barrio Gagarine se vacía, las familias se van, los obreros se instalan para preparar la demolición y Youri (sin familia desde que su madre se casó con otro hombre) intenta pasar inadvertido, solo en el interior del inmenso edificio. Apasionado de la astronomía, se organiza en torno a una autosuficiencia similar a la de una cápsula espacial, traspasando las paredes, redecorando apartamentos como espacios de ciencia ficción, equilibrando el aire, el agua y la tierra para desarrollar cultivos en un invernadero, y sólo se comunica con un narcotraficante (Finnegan Oldfield) que también se niega a marcharse y con Diana, con quien inicia un idilio.

Basándose en un hecho real (el barrio Gagarine fue demolido en agosto de 2019), Fanny Liatard y Jérémy Trouilh consiguen trasplantar un relato muy arraigado (un joven de su época, cables, grúas, mantas de supervivencia, neones, alarmas y humo, empalizadas herméticas, un telescopio, el frío glacial, el hormigón, el romance, la amistad) y de una dimensión onírica ingrávida (Youri el cosmonauta sobrevive, el último de los hombres). Una mezcla (salpicada con imágenes de archivo del nacimiento del barrio) que es también una representación simbólica y fuerte del barrio, que une pasado, presente y futuro, y da la espalda a los clichés. Este conjunto respira cine en términos de puesta en escena, ingenio y astucia visual y sonora y sitúa a Fanny Liatard y Jérémy Trouilh entre los jóvenes talentos a seguir.  

Gagarine ha sido producida por Haut et Court. Totem Films gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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