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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia

Crítica: Adiós, idiotas

por 

- Albert Dupontel firma una apasionante tragedia burlesca, intensa y repleta de humor negra; una cinta dirigida al público con una mordaz mirada hacia los males digitales de la sociedad contemporánea

Crítica: Adiós, idiotas
Virginie Efira y Albert Dupontel en Adiós, idiotas

A ella le gustaría vivir, pero su tiempo se acaba y sólo aspira a encontrar al niño que dio a luz bajo el nombre de X, en la adolescencia, 28 años atrás. A él le gustaría poner fin a sus días en su lugar de trabajo para denunciar una injusticia gerencial, pero no lo consigue y se encuentra con la policía antiterrorista pisándole los talones. Una peluquera con la salud arruinada por los químicos y un especialista en seguridad informática inhibido y depresivo se unen en circunstancias improbables y protagonizan la interesante Adiós, idiotas [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, de Albert Dupontel, estrenada hoy por Gaumont en los cines franceses, a pesar de la asistencia limitada debido al toque de queda declarado en ocho ciudades francesas y en la región de Isla de Francia por la crisis sanitaria.

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Un estreno muy amplio, a la vez que atrevido, que se corresponde con el espíritu rebelde de un director que practica un entrismo cinematográfico de alto nivel, pues bajo la apariencia de un “entretenimiento” muy controlado, con risas, persecuciones frenéticas, fugas, tambores y giros milagrosos, maneja a la perfección un humor negro que denuncia las deficiencias de un mundo moderno que deriva en el absurdo tecnológico al estilo Brazil (la tragedia burlesca de Dupontel es un homenaje a Terry Gilliam y contiene guiños a su película). Eso no impide la ternura hacia los personajes, seres ordinarios, muy diferentes y frágiles, que poco a poco se convierten en un Don Quijote solidario en la adversidad y en busca de amor. Un cóctel de aventuras trepidantes que rozan la “caricatura”, donde nuestros dos protagonistas, Suze y Jean-Baptiste (interpretados por Virginie Efira y el mismo Albert Dupontel), cruzan la calle y reciben la ayuda de un hombre que quedó ciego debido a un abuso policial (Nicolas Marié) y de un obstetra aquejado de Alzheimer (Jackie Berroyer).

En un entorno urbano donde el reconocimiento facial, la conexión de varios archivos y el rastreo digital son posibles (para quien dispone del derecho oficial de usarlos o para quien sabe desviarlos), donde reinan la contaminación, la burocracia, las neolenguas profesionales y las deficiencias en la comunicación humana, Adiós, idiotas avanza con júbilo.

La película, muy conseguida (e impecable a nivel formal gracias al ritmo y a los bellos claroscuros del director de fotografía Alexis Kavyrchine), brilla como un vigorizante y eufórico soplo de aire fresco que limpia una nube tóxica; ya que contiene una gran cantidad de mensajes codificados (“¿medio muerto o medio vivo?”) sobre la necesidad de dar una oportunidad a los niños, al futuro, de tomar conciencia de la aberración mortal (como la enfermedad autoinmune de Suze) de desear la integración a cualquier precio en una sociedad desquiciada, y de la importancia crucial de revitalizarse en los recuerdos enérgicos de la juventud (con un flashback de un baile exultante de libertad al ritmo de Malavida, de Mano Negra).

Adiós, idiotas ha sido producida por Stadden Prod, Manchester Films, France 2 Cinéma y Gaumont. Gaumont gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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