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SEVILLA 2020

Crítica: Karen

por 

- María Pérez Sanz firma un retrato íntimo, sosegado y poco legendario de la escritora danesa Isak Dinesen, alejado del que conoció el mundo entero con Memorias de África

Crítica: Karen
Alito Rodgers Jr. y Christina Rosenvinge en Karen

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no está en Kenia, con sus sabanas, cataratas y fauna de elefantes, ñus, cebras y alguna leona furiosa. El África de Karen, gracias a la magia del cine y al atrevimiento maravilloso de su directora, María Pérez Sanz, se encuentra en una Extremadura picoteada por gallinas: esa región –limítrofe con Portugal– donde se ha filmado este largometraje de poco más de 60 minutos y que puede presumir de poseer unas dehesas de tanta belleza que no tiene nada que envidiar al Serengueti. La cineasta ya exploró la riqueza paisajística de su Cáceres natal en su primer largometraje, el documental Malpartida Fluxus Village [+lee también:
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, rodado en el subyugante museo al aire libre del artista alemán Wolf Vostell, y ahora reincide en ese profundo apego a su tierra con una película que se ha estrenado en la sección oficial del XVII Festival de Cine Europeo de Sevilla y tiene a la cantante y compositora Christina Rosenvinge como actriz principal.

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Escribir dos canciones para su banda sonora (donde no se oyen los violines de John Barry mientras una avioneta sobrevuela atardeceres de postal) de la también intérprete de películas como Todo es mentira y La pistola de mi hermano fueron el germen de su relación con la directora cacereña. A partir de esa colaboración musical se fecundó la idea de que la artista también se pusiera delante de la cámara, dando vida a otra danesa como ella, apellidada Blixen y con el nombre de pila del título de esta película (y el pseudónimo Isak Dinesen) que se articula sobre la personalidad más íntima y doméstica de una mujer camuflada por su propia leyenda.

Por eso la humanista Karen comienza con lo abierto, diáfano e inabarcable del paisaje para, poco a poco, cerrarse en el hogar, el fuego y unas labores tan cotidianas como comer, descansar o pagar a los empleados. Apenas tres humanos aparecen en este microcosmos: la propia Karen –a quien Rosenvinge aporta su naturalidad, belleza y elegancia naturales, además de una fotogenia que recuerda a divas clásicas como Lilian Gish o contemporáneas como Nicole Kidman–, el criado somalí Farah Aden –encarnado por el norteamericano afincado en Madrid Alito Rodgers Jr. (Remember Me [+lee también:
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), de rotundas presencia y voz– y una amiga de la escritora, interpretada por Isabelle Stoffel (La virgen de agosto [+lee también:
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). Los diálogos entre ellos irán construyendo la escasa trama de la película, revestidos de simbolismo y dejando entrever entre sus palabras lo que les une, les separa y les preocupa.

En esos actos y diálogos rutinarios (re)conocemos finalmente a la persona, no a la figura erigida sobre un pedestal de mitomanía. Por ejemplo, descubriremos la confianza en su compañero, la estrecha complicidad que alimentan, su carácter moderno e indómito, y su fe en el Destino, ese único dios en el que ella creía, que le animó a dedicar su vida a una tierra lejana de la que se enamoró perdidamente… tanto como María Pérez Sanz lo está de la suya propia.

Karen, con dirección de fotografía de Ion de Sosa (Sueñan los androides [+lee también:
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), es una producción de redantfilms, Obra La Belleza AIE y Siete Hachas.

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