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TURÍN 2020

Crítica: Il buco in testa

por 

- A través de la historia de una víctima del terorismo, Antonio Capuano establece un enlace entre la violencia política de los 70 y la que infecta la sociedad de hoy

Crítica: Il buco in testa
Francesco Di Leva y Teresa Saponangelo en Il buco in testa

Estamos en Italia en los años de plomo. El 12 de mayo de 1977, la joven de 17 años Giorgiana Masi es asesinada por unos radicales durante una manifestación pacífica en Roma. Dos días después, en Milán, el Movimiento organiza una protesta pacífica contra el gobierno. Sin embargo, en la parte alta de la via De Amicis un grupo se separa del cuerpo principal de la manifestación y empieza a incendiar los coches. Después, Mario Ferrandi, de 21 años, saca una pistola de 7,65 mm y dispara en dirección a la policía. El oficial de policía Antonio Custrà cae al suelo herido en la frente por un disparo. Custrà, hijo de granjeros y nacido en Avellino, y tiene apenas 25 años. Se ha casado hace poco y su esposa espera una hija a quien su padre nunca conocerá. Ferrandi es arrestado en Londres en 1981; coopera con la justicia y recibe una sentencia. Ahora ha pagado su deuda con la sociedad. Hace diez años, la hija de Custrà decidió que quería conocer a Ferrandi. Visitaron juntos la via De Amicis y se detuvieron bajo la placa que conmemora la muerte de su padre. Il buco in testa [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, de Antonio Capuano, proyectada Fuera de Competición en el Festival de Cine de Turín explora este encuentro y las consecuencias del asesinato de Custrà desde el punto de vista de Antonia, sumergiéndose en una “interpretación vaga de los hechos reales”.

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En la película, la hija se llama Maria, interpretada con gran intensidad por Teresa Saponangelo (que también protagoniza la nueva película de Paolo Sorrentino, E’ stata la mano di Dio), mientras su homólogo se llama Guido, interpretado por Tommaso Ragno. En realidad, el encuentro entre ambos, que tuvo lugar en Milán, es la parte más breve de la película, diluida entre las escenas que retratan la vida cotidiana de María en Torre del Greco (un distrito en las afueras de Nápoles). Su vida está vacía, ya que ha vivido odiando al hombre que se llevó a su padre antes de que ella naciera. Maria mira directamente a la cámara, se presenta y explica en qué consisten sus días: quedarse en casa con su madre (Vincenza Modica), destrozada por el dolor hasta el punto de ser incapaz de hablar; buscar sin cesar un trabajo estable; trabajar en el instituto técnico como asistente (no remunerada) de un profesor que enseña a los jóvenes a trabajar con materiales naturales como el coral; ir a la consulta de su psicóloga, a quien le cuenta sus pesadillas, miedos e incertidumbres; ir al mar, donde encuentra algunos momentos de paz… Pero mientras Maria debe luchar para sentir emociones, no tiene problemas para expresar su sensualidad a su amigo Fabio (Francesco Di Leva, el mejor actor napolitano de su generación). Ella se describe tan sólida como una planta “excepto porque no doy flores ni follaje”. Quizás está surgiendo algo entre nuestra protagonista y Fabio, detrás del fuerte acercamiento hacia su amigo que enseña interpretación a niños procedentes de barrios periféricos controlados por la Camorra, y que también colabora con un centro comunitario que lucha a favor de los inmigrantes y de los trabajadores de las fábricas.

Capuano graba Il buco in testa con su habitual atención agonizante por la vida en el sur de Italia, que revela las luces y sombras de su compromiso social constante. En un epílogo que no deja lugar al optimismo, Capuano establece una conexión entre la violencia policial en la izquierda en los años 70, contra los “enemigos del pueblo”, y la violencia que infecta el tejido social de la vida moderna, arruinada por las malas acciones y la mafia, contra las que muchas personas se levantan y, en ocasiones, reaccionan. 

Il buco in testa ha sido producida por Eskimo y RAI Cinema, en asociación con Minerva Pictures y Mad Entertainment.

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(Traducción del italiano)

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