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SUNDANCE 2021 Competición World Cinema Dramatic

Crítica: El planeta

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- Con una madre y su hija de protagonistas, supervivientes en plena crisis, la primera película de la artista Amalia Ulman derrocha frescura, ligereza y sentido del humor

Crítica: El planeta
Ale y Amalia Ulman en El planeta

Amalia Ulman es una artista multidisciplinar de origen argentino que ha vivido mucho tiempo en España, donde creció. Residente ahora en Estados Unidos, ha dado el salto al cine con El planeta [+lee también:
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, película súper independiente que el pasado fin de semana se estrenó en la Competición World Cinema Dramatic del Festival de Cine de Sundance 2021. En ella esta mujer de 31 años ha volcado con sentido del humor algunas de sus vivencias, muchas de sus inquietudes y ha construido un retrato bastante certero de cómo la crisis ha afectado a los habitantes de Gijón, la ciudad del norte del España donde transcurre la acción, retratada en blanco y negro por Carlos Rigo Bellver como Woody Allen (Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2002 en la vecina ciudad de Oviedo) hizo con Manhattan.

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Pero aquí el protagonista no es un judío miope que sale con una chica mucho más joven que él, sino una madre y una hija (encarnadas con soltura por la propia directora/guionista/productora y su progenitora Ale Ulman) que tras un suceso dramático sobreviven como pueden, como dos princesas destronadas, en un escenario que no le ofrece salidas rápidas. Para ello, ambas recurrirán a la picaresca, al pequeño robo y, sobre todo, a la ilusión, para escapar de esa realidad que tarde o temprano acabará arrollándoles. Y Amalia Ulman se encarga de narrarlo con frescura, cariño y, sobre todo, sentido del humor (oscuro), pues conoce bastante de lo que habla: ella misma sufrió esos estragos económicos y, como la protagonista del film, tuvo un accidente de tráfico que afectó gravemente a sus extremidades inferiores.

Así pues, con un espíritu absolutamente libre y la colaboración de amigos como Nacho Vigalondo (el director de Colossal [+lee también:
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interviene en una escena muy divertida, en la que se cuestiona lo que puede llegar a costar comprar un libro), El planeta va dando pinceladas sobre el carácter de sus personajes, de las desastrosas citas sentimentales de la hija y de los aires de grandeza de la madre. Ellas funcionan a veces como amigas, otras como un matrimonio.

Localizaciones sencillas (donde se refleja que Gijón se ha convertido en una ciudad de locales comerciales vacíos y población envejecida, sin apenas juventud), equipo reducido de filmación y unos diálogos naturales acercan a esta ópera prima a la filmografía inicial de Jim Jarmusch y a toda aquella corriente de cine independiente americano que encontró su paraíso precisamente en el festival de Sundance. Por eso no deja de resultar curioso que esta película también se estrene mundialmente en el certamen norteamericano, que los últimos años había perdido su lejano aura de refugio nevado de experimentación, modernidad y rebeldía cinematográfica.

El planeta es una producción de Amalia Ulman, Kathleen Heffernan y Kweku Mandela para la estadounidense Holga's Meow Pictures, con la coproducción de Sebastián Pardo y Riccardo Maddalosso.

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