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BERLINALE 2021 Encounters

Crítica: La chica y la araña

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- BERLINALE 2021: El suizo Ramon Zürcher, al que se le une su hermano Silvan, continúa sus innovaciones en la narración en su esperado nuevo título tras The Strange Little Cat

Crítica: La chica y la araña
Liliane Amuat (izquierda) y Henriette Confurius (derecha) en La chica y la araña

Siguiendo la estela de Enemy de Denis Villeneuve llega otra película que gira en torno al inquietante momento en que te das cuenta de que compartes tu inmaculado piso con una araña. Esta parábola de contención y libertad, de aire libre y vida interior, se estrena en la competición Encounters de la Berlinale. La chica y la araña [+lee también:
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es la lograda película que firman Ramon y Silvan Zürcher tras su anterior largo The Strange Little Cat [+lee también:
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, donde una vez más el foco no parece estar en las personas. Gran parte de lo tratado en aquella película tiene en esta su continuación y su ampliación, a veces en su detrimento pero en general logrando un efecto potente.

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Con apenas un primer trabajo a sus espaldas, y ahora con esta contundente continuación, cuesta hacer memoria de otros directores contemporáneos que hayan logrado crear un estilo tan visual e inimitable de manera tan inmediata. La técnica más destacada de los Zürcher pasa por alternar momentos cautivadores con otros que fomentan la distancia. El argumento y la caracterización están potenciados hasta tal punto que, como sucede en las películas de Jacques Tati, la puesta en escena se convierte en un sinónimo de la historia. The Strange Little Cat se desarrollaba casi en tiempo real, con una trama, un estilo y una localización más perfilados; no cabe duda de que en este nuevo trabajo los detalles de lo que se proponen plasmar los realizadores, es decir, el desmoronamiento de una estrecha amistad entre dos chicas, no terminan de encajar con su virtuosismo formal.

La arquitectura del argumento de La chica y la araña recuerda a la de Exhibition [+lee también:
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, la gran sensación del festival europeo y obra de Joanna Hogg. Mara (Henriette Confurius) vive en un confuso estado de aislamiento al saber que su compañera de piso, Lisa (Liliane Amuat), se marchará durante un tiempo indeterminado del precioso apartamento que han compartido en la ciudad. Cualquiera sabe que una mudanza lo pone todo patas arriba y que suele ir acompañada de angustia y cuestiones burocráticas, razón por la que la afectuosa madre de Lisa, Astrid (Ursina Lardi, de The White Ribbon [+lee también:
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), se ofrece a echarle una mano. Un manitas, Jurek (André M. Hennicke) y su joven ayudante, Jan (Flurin Giger), dejan clara su presencia y cuáles son sus intereses amorosos. Mientras, la vecina de abajo, Kerstin (Dagna Litzenberger Vinet), algo mayor, forma un triángulo amoroso poco creíble con Jan y Mara.

Dentro del cine experimental hay una manera de rodar, cada vez más extendida, llamada “documental de escritorio”, que parte de las pantallas de nuestros ordenadores y teléfonos móviles, siempre a rebosar de información. Precisamente la primera escena es la del plano del apartamento con el cursor pasando por encima de las líneas paralelas del diagrama. Podríamos decir que The Girl and the Spider funciona bien como un trabajo compuesto de largos diálogos surrealistas en formato PDF y que transmite la sensación de ir pasando de una pestaña a otra en el ordenador al tiempo que nuestro cerebro se emborracha de detalles. No hay interacción ni encuadre en esta película que no estén preñados de intensidad, de planos que avanzan a un ritmo poco convencional y de primeros planos que juegan con nuestro conocimiento de lo que pasa fuera de la pantalla. Y todo esto guarda relación con la manera en la que María está procesando lo que le ha tocado vivir, con cómo sus certezas se van desmoronando y cómo sus recuerdos bullen en el presente. Y mientras tanto vemos en planos irregulares cómo una araña cruza imperturbable los escombros de este hostil entorno.

Lamentablemente, esta pareja de hermanos gemelos es incapaz de encontrar un desenlace acorde con la tensión que han construido con tanto brío, y de esta manera la película se queda escasa de ideas en su tramo final. Los realizadores caen en la trampa del sentimentalismo, la trama cojea con las pequeñas catarsis y en ocasiones se olvidan de lo potente que puede llegar a ser su anguloso y punzante estilo cuando se permiten darle rienda suelta.

La chica y la araña es una producción suiza gestionada por Aline Schmid y Adrian Blaser de Beauvoir Films, en coproducción con Zürcher Film y Swiss Radio and Television. Las ventas mundiales las lleva Cercamon.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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