12/03/2021 - Un dinámico thriller social y familiar, etiquetado por Cannes, que sigue a una denunciante para explorar los conflictos entre lucha contra la polución y defensa de los intereses económicos

“¿Por qué te metes en lo que no te incumbe?”, “¿Tú crees que los ecologistas van a salvar nuestros empleos?” Mientras el proyecto de ley “Clima y resiliencia” se debate en la Asamblea Nacional francesa, Rouge [+lee también:
tráiler
ficha de la película], el segundo largometraje de Farid Bentoumi, que recibió la etiqueta Selección Oficial de Cannes en 2020, continúa su recorrido por los festivales, esta vez en la sección Ficción del 19º FIFDH (Festival de Cine y Foro Internacional de los Derechos Humanos) de Génova, a la espera de su estreno en los cines franceses que la pandemia ha obligado a mantener cerrados desde el otoño. 

Un tiempo suspendido que no resta urgencia ni pertinencia a un tema medioambiental tratado con eficacia y empatía por una película que se posiciona en la intersección de intereses contradictorios: por un lado, la salud pública dañada por la contaminación industrial; por otro, la protección de la economía y del empleo; pero también con un lado oculto, el de la lealtad hacia la familia o la empresa; y una parte visible, la necesidad de contar la verdad y de desempeñar un incómodo papel de alerta.

Esta mensajera que no tenía previsto serlo es una enfermera, Nour (el valor en alza Zita Hanrot), que vuelve a su pequeña ciudad natal después de haber cometido un error profesional en un hospital y es contratada en la fábrica química donde trabaja su padre, Slimane (Sami Bouajila, impecable como siempre), desde hace 29 años, y que también es el delegado sindical. Poco a poco, la constatación de los problemas respiratorios de un obrero que no fue examinado en quince años por un médico del trabajo, y el caso de un interino quemado y “consolado” (sin declaración oficial de accidente) con un sobre compensatorio, hacen que la joven se haga cada vez más preguntas.

Preguntas que la ponen en una situación difícil con su padre (“es la fábrica quien nos da de comer. El perro no muerde la mano que le da de comer”, “¿El código del trabajo? ¿Quieres que pierda mi puesto? ¿No estás en contra de que te haya encontrado un trabajo?”) y con el resto de su familia, ávida del buen funcionamiento de la empresa (dirigida por Olivier Gourmet) en pleno proceso de reevaluación por parte de los poderes públicos de los derechos de vertidos de productos químicos. El camino de Nour se cruza con el de la periodista independiente Emma (Céline Sallette), que lleva a cabo una investigación que se originó hace varias décadas en la zona protegida (y clausurada) del lago, en el parque natural vecino…  

Toma de conciencia progresiva, frontera difusa entre la simple investigación periodística y el activismo, dilema moral entre el sentimiento de traición afectiva y la necesidad de transparencia: Rouge (escrita por el director y Samuel Doux) juega con inteligencia la carta de la intriga a lo Erin Brockovich y consigue evitar el maniqueísmo a través de un retrato exacto del medio obrero, la toma de rehenes y el sacrificio en el altar de la amenaza del desempleo. La película, que también ofrece un retrato creíble de un periodista de investigación, plantea a la perfección los complejos retos de la lucha ecológica apostando por unas imágenes y un ritmo muy accesible al gran público, que podrá identificarse con las preocupaciones de la protagonista y de su padre. Pues la lucha contra la contaminación debe iniciarse en el microcosmos familiar y en la necesidad de superar las divergencias que surgen de las presiones exteriores.

Rouge ha sido producida por Les Films Velvet y coproducida por la compañía belga Films du Fleuve y por Auvergne-Rhône-Alpes Cinéma. WTFilms gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del francés)