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D’A 2021

Crítica: Ovella

por 

- Esta atrevida película colectiva de la promoción XXII de la ESCAC ilustra aquella máxima que asegura que la cabra –en este caso la oveja– siempre tira al monte

Crítica: Ovella
Nao Albert en Ovella

Desde que, hace más de un lustro, este cronista contempló ensimismado El inventor de la selva [+lee también:
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, documental de Jordi Morató, una película primeriza de un estudiante de cine no le había cautivado –y asombrado– tanto. Es cierto que centros formativos como la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, la ECAM madrileña o la ESCAC catalana nos tienen acostumbrados a sorpresas estimulantes, pero en el caso de Ovella –film dirigido por los alumnos de la promoción número XXII de esta última Marc Puig BielJúlia Marcos LázaroDaria Molteni y Sergi Rubio González– los niveles de asombro han alcanzado gozosas cotas por parte de quien esto subscribe.

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Presentada en la sección Un impulso colectivo de la recientemente clausurada undécima edición del D’A Film Festival Barcelona, donde recibió una merecida mención especial de su jurado (leer más), Ovella encierra en sus apenas 63 minutos de duración tanta originalidad y osadía argumental como madurez narrativa. Toda una proeza espoleada por la juventud de sus responsables, quienes desde la valentía impúdica de la inexperiencia se han atrevido a llevar a cabo una empresa tan demente como divertida, a la vez que profunda, absurda, originalísima, arriesgada, brutal y casi kafkiana.

Porque su argumento (escrito por Pau Vidal Bosch, Joel Guisado Carmona, Carlos Robisco Peña y Antón Casas Escoda) se las trae: un hombre (¡que a Nao Albert le envíen su Goya ya!) que ha vivido siempre como una oveja –come, bala, se aburre e intenta copular con su mejor amiga lanuda– empieza a descubrir que fuera de su granja ocurren cosas extrañas, sobre todo cuando algunas de sus compañeras de rebaño empiezan a desaparecer…

Encuadrada en pantalla 4:3, esta fábula inversa (aquí es un humano quien ¿encarna? a un animal) encamina laboriosamente sus cuidados música, puesta en escena y sonido para llevar al espectador a un estado emocional y onírico donde todo es posible, pues con la ayuda de los subtítulos el público entenderá lo que cada balido del protagonista significa y llegará a ponerse en la piel de esos seres ovinos maltratados para el bienestar humano.

Pero Ovella no sólo se puede interpretar como un disimulado alegato animalista, sino también como un film existencial, a medio camino entre La metamorfosis de Kafka y El pequeño salvaje de Truffaut, y que podría servir de complemento perfecto de El silencio de los corderos, de Jonathan Demme, en un programa doble dedicado a la crueldad, el determinismo, la identidad y lo complicado que resulta modificar los hábitos adquiridos durante años.

Ovella es una producción de ESCAC Films. Una de las asignaturas que llevan a cabo los alumnos de 4º curso de la ESCAC es el largo colectivo, una pieza coral donde intervienen estudiantes de todas las especialidades: directores, guionistas, productores, directores de fotografía y de arte, montadores, sonidistas… todos ellos se vuelcan en este proyecto. De ahí ha surgido, por ejemplo y además de este largometraje anteriormente reseñado, La filla d’algú [+lee también:
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(premio Movistar Plus+ a la Mejor Película y Biznaga de Plata a la Mejor Actriz para Aina Clotet en la sección ZonaZine del Festival de Cine de Málaga de 2019).

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