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KARLOVY VARY 2021 Competición

Crítica: Saving One Who Was Dead

por 

- La nueva película del checo Václav Kadrnka lo lleva de vuelta a Karlovy Vary por primera vez tras ganar el Globo de Cristal en 2017 con Little Crusader

Crítica: Saving One Who Was Dead
Vojtěch Dyk en Saving One Who Was Dead

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es la tercera entrega de la que el realizador checo Václav Kadrnka describe como su trilogía de “ausencia de un ser querido”. Es la continuación de su primera película, Eighty Letters (2011), y de su segundo largometraje, Little Crusader [+lee también:
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(2017), sorprendente y dudosa merecedora del Globo de Cristal en Karlovy Vary en 2017. Ambas películas se caracterizaban por un estilo austero y minimalista en el que abundaban los simbolismos. Aunque Saving One Who Was Dead, que ha tenido su estreno mundial en la Competición Internacional de la edición número 55 de Karlovy Vary y que el director ha dicho que es parcialmente autobiográfica, es quizá algo más convencional desde el punto de vista narrativo que los anteriores trabajos de Kadrnka, sigue habiendo abundante dispersión a la hora de explorar ese mundo intermedio que une la vida y la muerte.

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El padre (Petr Salavec) ha sufrido un derrame. Tanto la madre (Zuzana Mauréry) como el hijo (Vojtěch Dyk) asumen ahora la tarea de cuidar un cuerpo que existe en un limbo spiritual y físico: no está vivo pero tampoco está muerto. Los médicos se muestran escépticos acerca de las probabilidades de recuperación del padre, y la madre, con libros en la mana, intenta profundizar para revertir la situación. El hijo se muestra más impasible y no es extraño verlo vagar por los pasillos, casi en estado de letargo. Pero ambos permanecen allí, sujetando la mano de su ser querido, intentando que recupere de alguna manera la existencia. ¿Es posible la resurrección?

La película deja claras sus intenciones desde el primer minuto, cuando seguimos de cerca al hijo mientras recorre los tenues pasillos de un moderno hospital occidental. Sube y baja numerosos tramos de escaleras, observa fugazmente a los pacientes por las puertas entreabiertas y también las obras en el exterior del edificio, de tal manera que el concepto de un “mundo real” parece a su alcance y, al mismo tiempo, lejos de él. Cuando finalmente se dirige hacia la habitación de su padre, que está postrado en una cama, casi como un cuadro religioso, comprendemos que estamos atrapados en algo así como el mundo de Sísifo, un lugar en el que los conceptos de significado y consecuencia parecen, en el mejor de los casos, vagos. Mientras el padres se debate entre la vida y la muerte, el mundo parece una serie interminable de pasillos y escaleras  que recorremos en círculos o que nos conducen a unos lugares que son poco más que callejones sin salida.

La película supura una tranquilizadora claustrofobia en parte gracias al rodaje en formato retrato (exceptuando un momento triunfante más adelante en el metraje), que  permite que el director de fotografía Raphaël O'Byrne enfatice un mundo constreñido. También hay un juego entre el realismo y los momentos de ensoñación. El hijo, que también padece una cardiopatía que curiosamente parece unirlo más con su padre, se retrotrae a su infancia y su yo más joven aparece visitando a su padre en estado comatoso. La película llega a una conclusión ambigua y respira un cierto aire a Roy Andersson al juguetear con la teatralidad y el flagrante surrealismo.

Aquellos que hayan vivido acontecimientos que les hayan cambiado la vida verán en Saving One Who Was Dead una evocación intrigante de la sensación que te puede embriagar en esos momentos; es una sensación de que la vida real existe pero que ya no está conectada contigo personalmente (por muy intrusa que sea a veces) y que el mundo está algo desequilibrado.

Sin embargo, y a pesar de los intentos de un esforzado reparto, la naturaleza austera de la película y los elementos teatrales suelen crear una cierta distancia cuyo resultado es que este trabajo parezca más bien una obra que admirar y no tanto una obra con la que implicarse emocionalmente.

Saving One Who Was Dead es una producción de Sirius Film (República Checa), y está coproducida por Czech Television, SilverArt (Eslovaquia) y Bocalupo Films (Francia). 

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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