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SAN SEBASTIAN 2021 Competición

Crítica: Blue Moon

por 

- La emergente directora rumana Alina Grigore firma un bello ejercicio dramático que establece un paralelismo entre la luna y la locura

Crítica: Blue Moon
Ioana Chitu en Blue Moon

El azul ha sido descrito recientemente como el color más cálido, pero su sentido musical, especialmente desde un punto de vista histórico, tiende más hacia la melancolía: solo hay que pensar en el Kind of Blue de Miles Davis, Blue Note y muchos otros. Alina Grigore, la talentosa guionista y directora de la película Blue Moon [+lee también:
tráiler
entrevista: Alina Grigore
ficha de la película
]
, estrenada en competición en el Festival de Cine de San Sebastián, tenía claro que su título recordaría inmediatamente a la popular canción estadounidense escrita por Rodgers y Hart, pero en realidad hace referencia a una balada rumana cantada a capella por un personaje clave al final de la película. En cualquier caso, para hacernos una idea más clara sobre la película de Grigore, lo mejor es imaginar a un grupo de jazz interpretando una versión discordante de aquella canción, con actuaciones agresivas e imprevisibles.

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Grigore ha participado como actriz en diferentes obras de la Nueva Ola Rumana, trabajando con referentes como Cristi Puiu, pero su cine adopta algunos elementos familiares de este movimiento y los lleva en una nueva dirección. No hay un sentido del humor seco, ni un enfoque centrado en la corrupción o la burocracia, pero sí la ambivalencia que los cineastas rumanos han mostrado en relación con la deriva neoliberal del país, además de un provocador sentido de discordia social. Blue Moon es impresionante, no solo por ser un retrato crudo de una familia con problemas, sino también por mostrar cómo su infelicidad está ligada a sus turbios intereses económicos. En otras palabras, no se trata solo de quién eres, sino de cómo te ganas la vida.

Aunque la trama se estira y encalla al final de la obra, cabe destacar la forma en que Grigore genera empatía y establece lo que está en juego para su protagonista, la joven Irina (interpretada con firmeza por Iona Chitu). Su situación es bastante particular: la mayor parte del tiempo se dedica a llevar las cuentas del negocio familiar, mientras que sus primos Liviu (Mircea Postelnicu) y Sergiu (Mircea Silaghi) se hacen cargo de las negociaciones y el trato con los clientes (aunque este reparto de funciones parece aleatorio y extraoficial). Su padre, un hombre divorciado y cariñoso, aunque demasiado ausente, se encuentra en Londres, mientras que su tía y su tío asumen los roles paternos. Irina quiere comenzar sus estudios universitarios en Bucarest, pero su familia la trae de vuelta; su comportamiento durante las tensas comidas al aire libre está marcado por un silencio tenso, pero es evidente que por dentro está gritando, que es exactamente lo que la mayoría de sus parientes hacen de verdad.

Durante una fiesta, que aporta un breve respiro del caos familiar-profesional, Irina es agredida sexualmente. El culpable es Tudor (Emil Mandanac), un actor casado que tiene relaciones sexuales con ella después de que la joven se desmaye a causa del alcohol. Sin embargo, Grigore decide no llevar la trama hacia la acusación y el castigo de Tudor (por el contrario, la relación entre ambos se desarrolla de una manera sorprendentemente indulgente). Partiendo de la línea narrativa inicial, centrada en esta familia disfuncional, que coloca al espectador en medio de su dinámica tóxica de una forma implacable, Grigore se muestra más insegura a la hora de concluir la historia con una catarsis adecuada. Esta tiene algo que ver con la adopción e infertilidad de Sergiu (si logramos descifrar el constante intercambio de gritos), pero lo realmente edificante es ver la transformación de Irina. Tal vez no en el sentido de deshacerse por completo de su molesta familia, pero mostrando la energía suficiente como para mantenerse firme y defender su dignidad. Aunque la historia no es autobiográfica, la película transmite la sensación de ser un gesto personal y crudo por parte de Grigore.

Blue Moon es una producción de la rumana InLight Center, coproducida por Atelier de FilmForest FilmUnfortunate ThespiansSmart Sound Studios y Avanpost. Patra Spanou Film gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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