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DOCLISBOA 2021

Crítica: 918 Gau

por 

- El primer largometraje de la directora vasca Arantza Santesteban, un híbrido experimental muy personal, ha sido la gran triunfadora del Doclisboa

Crítica: 918 Gau

El primer largometraje documental de la artista y cineasta vasca Arantza Santesteban, 918 Gau, ha tenido su estreno mundial en Doclisboa, donde ha recibido el mayor premio del festival (leer noticia). Fiel a la reputación del evento, se trata de una película experimental, muy personal y política, que puede resultar difícil de ver, pero con una fuerza y honestidad innegables.

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La película está narrada en primera persona: Santesteban fue detenida en 2007 por su afiliación a Batasuna, un partido político ilegalizado que tenía estrechos vínculos con ETA. Comienza con una de las muchas escenas en las que la cineasta registra lo que podríamos considerar un diario de recuerdos en una grabadora de voz. En este primer segmento, la vemos sentada en su coche mientras describe la serie de acontecimientos que llevaron a su arresto.

Este documental híbrido, formalmente riguroso y fragmentado, continúa con una sección que exige que prestemos más atención. Observamos los documentos del proceso judicial, que se escanean mientras Santesteban relata sus recuerdos. A continuación, nos presentan un montón de fotografías (que también están siendo escaneadas), así como sus recuerdos de su tiempo en prisión. En esta parte, el espectador se ve obligado a percibir detalles como una compañera de celda que camina cojeando, después de mantener una visita conyugal con su novio, amante del sexo anal, o cómo derrota a todos los hombres musculosos de la prisión en una competición de natación.

De repente, la película parece abrirse todavía más mediante una escena de sexo aparentemente inconexa. Una escena explícita, apasionada y tierna, que involucra a dos mujeres en una cama, a las que no hemos visto antes. Esto se prolonga durante un tiempo, especialmente la parte más tierna, y termina con la misma rapidez cuando vemos a Santesteban en lo que parece ser la misma habitación (a través de la edición de Mariona Solé Altimira). Una vez más, hablándole a su grabadora de voz.

Esta es la base sobre la que opera la película: una serie de segmentos conectados a nivel instintivo, en lugar de estar relacionados directamente entre sí. Algunos son hermosos, como la escena de sexo anterior o una entusiasta secuencia de baile techno en un club de Berlín, a donde se mudó Santesteban. Otras partes son emocionalmente reveladoras, como cuando describe cómo un collage de fotos sobre un viaje de pesca, que una amiga le envió mientras aún estaba en prisión, la hizo sentir aún más aislada.

Santesteban merece gran respeto por emplear un enfoque tan honesto y sin concesiones. No hay música durante las escenas en las que habla. En su lugar, hay un zumbido de fondo, sutil pero amenazador. Cuando vemos cómo se escanean fotos o documentos, escuchamos el sonido de la máquina.

La dirección de fotografía de Maddi Barber está igualmente controlada, pero se adapta a las necesidades de cada fragmento. Hay algo mágico en la forma en que filma la escena del club, con muy poca iluminación y un uso magistral de la cámara en mano, logrando que el espectador sienta que está en un sueño, viendo a la gente bailar. Por el contrario, la escena de sexo está filmada simplemente desde dos ángulos, con una cámara estática y una iluminación natural.

918 Gau es una coproducción de las españolas Txintxua Films y Hiruki Filmak. La empresa de Almería Begin Again Films se encarga de los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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