01/12/2021 - El director de teatro experimental y compositor de sinfonías Adam Donen llega al Black Nights con una muy libre y chiflada adaptación del clásico para niños de Lewis Carroll

Apenas hay un poco de Lewis Carroll, y una proporción minúscula de Proust, en Alice, Through the Looking [+lee también:
entrevista: Adam Donen
ficha de la película]. Más allá de eso, se trata de un vehículo para la visión retorcida y teatral del mundo que tiene el director Adam Donen: un soliloquio de 90 minutos o un espectáculo en solitario, que consigue mantener el impulso sin llegar a cansarnos. Aunque se aleja mucho de su objetivo, el planteamiento recuerda a las películas surrealistas de los años sesenta, como las de Buñuel y algunas de Godard y Chytilová, en las que incluso el espectador más informado y atento tendría dificultades para sintetizar y explicar racionalmente lo que ha pasado. Por todo esto, la obra nos desconcertó de una forma vibrante cuando se proyectó en la competición de óperas primas del recién concluido Festival Black Nights de Tallin.

Donen, cuyo currículum incluye la concepción de dramas holográficos y una exitosa aunque breve carrera en el indie-rock a mediados de los 2000, trata de imponer su sensibilidad y su huella en cada elemento de su ópera prima, pero el efecto resulta entrañable, como el de un showman que trabaja concienzudamente para asegurarse de que su público nunca se aburra (aunque bien podríamos acusarlo de pretencioso, ya que está atiborrado de un discurso lacaniano de principio a fin). El punto de partida para el título es la inmortal obra Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, así como su secuela A través del espejo, pero en lugar de hacer una adaptación fiel, Donen adopta un espíritu más carrolliano, manipulando la trama original de forma extravagante. Se trata de una obra psicodélica y política, que también tiene en su satírico punto de mira el estatismo del típico cine británico, así como el clima político del país tras el Brexit.

Aunque la película está llena de palabras polisilábicas y cameos de famosos intelectuales de izquierdas como Slavoj Žižek y Vanessa Redgrave, el guionista y director sudafricano simplifica el célebre texto lúdico y plagado de acertijos de Carroll. Tan solo hay un arco argumental lineal que seguir, ya que la famosa búsqueda del Conejo Blanco se convierte en la obsesión de Alicia (Saskia Axten) con un ligue de una noche (Elijah Rowen) en las semanas posteriores a su encuentro. Las digresiones y los gags se van acumulando sobre más digresiones antes de que, media hora más tarde, aparezca por fin otro sello de Carroll: la oruga azul fumadora de narguile convertida en la psicoanalista trans Catherine Pillar y su alter ego Cat Pillar (Joerg Stadler). No descubrimos nada, y la caracterización renuncia a la riqueza en favor de monólogos desconectados y verborreicos, apostando fuertemente por el humor relacionado con el vocabulario de tesis doctoral, que suena absurdo en boca de estos actores.

Con todo, abundan las imágenes memorables y los momentos cómicos, lo cual es un signo de que Donen podría prosperar aún más a medida que su carrera cinematográfica avance y empiece a recibir críticas constructivas por parte del público y de la industria. Una de las mejores imágenes la encontramos en el acto final, el más crítico con el Brexit, donde vemos a una doble de la Reina Isabel II asesinando a sangre fría a los personajes como Patrick Bateman, con chorros de sangre salpicando su cara. A continuación, pasamos a una colonia de pingüinos en una playa sudafricana, filmada en formato windowboxed. ¿Corresponde esta parte al aumento de tamaño y posterior encogimiento de Alicia en el texto original? Dentro de las reglas de lógica onírica de la película, ¿son inútiles este tipo de análisis? En resumen, Alice, Through the Looking es un agradable dolor de cabeza.

Alice, Through the Looking es una producción de la británica 12th Battalion Productions. Czar Films se ocupa de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)