24/01/2022 - El primer largometraje del director tesinés Tommaso Donati se apoya en el lenguaje corporal como revelador de verdades escondidas en lo más profundo de cada uno de nosotros

Nacido en Lugano, donde todavía vive y trabaja, pero formado en la Eicar de París, Tommaso Donati no tiene miedo de perseguir su objetivo (estético) con obstinación: "mostrar aquello que no es visible". De esta forma, propone una ópera prima, Forma del primo movimento, que resulta poco accesible, a veces incluso opaca, pero que rebosa poesía y radicalidad en sus intenciones.

Estrenada mundialmente en la 57.ª edición de las Jornadas de Soleura, donde compite en la sección First Film, Forma del primo movimento es el resultado del encuentro del director con la compañía de teatro tesinesa Giullari di Gulliver, formada por personas con discapacidad, que descubren sobre el escenario otra forma de expresarse y de relacionarse con el mundo que les rodea, un mundo que no siempre les acoge con afecto. La película habla precisamente sobre ese muro invisible que separa el interior (la intimidad de los actores y la institución socio-psiquiátrica que los acoge) y el exterior (el frenesí y la indiferencia de la vida cotidiana).

Forma del primo movimento es una película que prescinde conscientemente de las palabras, que a menudo son meros susurros indistinguibles de fondo, que nos llegan de forma casual, para centrarse exclusivamente en los gestos y su verdad. Es precisamente el trabajo sobre el cuerpo y el movimiento realizado por la compañía de Tesino lo que intrigó al director hasta el punto de decidir realizar su primer largometraje alrededor de esta "técnica".

La película comienza entre los muros del gimnasio de la Fundación Torriani en Mendrisio, donde tienen lugar los ensayos de la compañía. Los protagonistas, que se convierten en actores tanto de la obra como de la película, se imponen desde las primeras imágenes a través de sus gestos, que el director capta y transforma en un lenguaje visual. A través de sus cuerpos, atípicos, "imperfectos" a los ojos de muchos, los actores expresan su carácter único, protegidos por los muros de la fundación y aferrándose a la sensación que despierta el movimiento, transmitiendo su intimidad mientras se relacionan con un mundo que muchas veces los rechaza. En este mundo, que se encuentra más allá de las ventanas del gimnasio, más allá de los muros de la institución, se aventuran ocasionalmente los actores, en los que Tommaso Donati se centra por segunda vez, a través de un fluir entre la intimidad y el anonimato urbano. Aunque la intención es interesante y relevante, la sucesión de imágenes casi abstractas (pequeños momentos aparentemente banales registrados en el parque de la ciudad o en la estación de tren) corre el riesgo de hacernos perder de vista el objetivo principal de la película. El esfuerzo que requiere aferrarse a cada pequeño detalle para dar sentido a la realidad que se muestra en la pantalla resulta a veces demasiado exigente, lo que afecta a la innegable poesía de la obra en su conjunto.

El ritmo extremadamente lento que el director decide aportar a la película (y que ya no estamos acostumbrados a digerir como espectadores) es sin duda encomiable, porque refleja la experiencia de sus actores, protegidos de un frenesí que ahora parece devorarlo todo. Se trata de un enfoque valiente que obliga al espectador a observar una realidad que muchas veces tendemos a marginar, a ignorar por comodidad o simple falta de curiosidad. Forma del primo movimento es una ópera prima radical, tal vez demasiado, que cree incondicionalmente en la capacidad del cine para transmitir una verdad que trasciende las palabras. El hecho de renunciar a una narrativa, más allá de lo puramente visual, es una decisión tan audaz como arriesgada, que esperamos que no desanime a muchos espectadores a la hora de enfrentarse a una película que merece la pena descubrir.

Forma del primo movimento es una producción de la compañía tesinesa Noha Film.

(Traducción del italiano)