29/03/2022 - Diastème mezcla el thriller sutil y la tragedia en su nueva película, marcada por una atmósfera crepuscular y el trasfondo de la política presidencial en una democracia amenazada

“Pero toda sombra, en última instancia, es hija de la luz y solo el que ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, la grandeza y la decadencia, ha vivido”. Este fragmento del libro homónimo escrito por un Stefan Zweig obligado a exiliarse en Brasil debido a la llegada de los nazis al poder en Alemania, susurrado por Diastème en el epílogo de su nueva película, Le Monde d’hier [+lee también:
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entrevista: Diastème
ficha de la película], que Pyramide lanzará mañana en los cines franceses, se ajusta a la perfección a la atmósfera límbica que recorre el cineasta; esa isla política aislada de la presidencia donde se tejen los destinos de las naciones, en secreto y con un libre albedrío más o menos encorsetado por los acontecimientos. Un lugar de paradojas, donde el saber oculto, los medios de acción encubiertos del Estado y la impotencia para controlarlo todo se enfrentan en un espejo que superpone simples a seres humanos con la responsabilidad aplastante del futuro de un país.

“No tenemos ninguna otra solución y sólo nos quedan tres días”. Es momento muy serio para la presidenta, Elisabeth de Raincy (Léa Drucker), y su secretario general, Frank L’Herbier (Denis Podalydès). La primera (que oculta una enfermedad muy grave) termina con impopularidad un mandato que no ha cumplido sus promesas y acaba de enterarse, poco antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que va a salir a la luz un caso de corrupción, entre las dos vueltas, que señala al elegido por su partido político para sucederla. Un desastre que se anuncia todavía más cuando las encuestas dan al candidato de extrema derecha casi igualado con el corrupto (que no está al corriente y a quien no se revela la espada de Damocles que lo amenaza). La presidenta y su secretario general, unidos por una larga complicidad profesional, activan los servicios clandestinos (“es una operación un poco delicada, debe mantenerse en secreto, empleando a personas de confianza”) y buscan desesperadamente una actuación de último minuto, enfrentándose a sus respectivas responsabilidades en la situación general, y a los avatares habituales (inauguración, atentado, etc.).

Diastème, que añade una pátina de tragedia griega y un aspecto de teatro barroco isabelino en el universo opaco de los bastidores contemporáneos del poder político, moldea una película muy interesante, aunque ligeramente apagada. El realismo está asegurado por la precisión en la recreación de los códigos del universo de las altas esferas estatales y por los diálogos pulidos que inundan el guion (escrito por el director con la colaboración de los famosos periodistas de investigación política Fabrice Lhomme y Gérard Davet, así como Christophe Honoré). Le Monde d’hier, protagonizada por los excelentes Léa Drucker y Denis Podalydès, dibuja de pasada pero con esmero algunas figuras como el guardaespaldas (Alban Lenoir), el Primer ministro (Benjamin Biolay), el candidato de extrema derecha (Thierry Godard) y su competidor (Jacques Weber), que componen un pequeño teatro de sombras donde los falsos semblantes y las verdades crudas, intimidad y distancia, seguimientos y evasiones, fortalezas y debilidades, rectitudes y subterfugios, se enredan mientras el mundo se ensombrece y se toman decisiones difíciles y con graves consecuencias.

Le Monde d’hier ha sido producida por Fin Août Productions. Pyramide gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del francés)