14/04/2022 - Peter Entell narra el día a día de un hombre ahora anciano (su padre), que se encontró criando solo a sus cuatro hijos

A Peter Entell le llevó 15 años ver y editar los numerosos vídeos que había filmado de su padre (al que acompañó durante otros 15 años) mientras vivía en Estados Unidos. Una larga espera para un director que no suele apuntar la cámara hacia sí mismo, ni hacia su propia experiencia. Las imágenes que nos ofrece, modestas y valientes, transmiten más que las palabras y nos confrontan con una realidad, la de la vejez y los lazos familiares, que muchas veces tendemos a silenciar.

El director estadounidense (aunque suizo de adopción) regresa con Getting Old Stinks al festival Visions du réel, donde ya había presentado Sisters [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película] en 2018, también dentro de la Competición Burning Lights. Si su anterior película ya se centraba en los lazos familiares, concretamente en dos hermanas separadas al nacer, Getting Old Stinks va más allá, revelando una faceta desconocida de un director involucrado. La película nos sumerge en la historia familiar del cineasta, protagonizada por un padre alegre y afectuoso, pero con una vida llena de rincones oscuros, como su experiencia como inmigrante cuando tenía dos años o la pérdida de su esposa, que solo aparece en la película como una sombra y sobre la que nunca habla con su hijo.

Bajo la apariencia de una "película familiar", Getting Old Stinks resulta ser una historia más compleja, compuesta por muchas capas que se tocan entre sí, interactuando únicamente en algunas ocasiones. Por un lado, tenemos la historia del padre del director, que se mezcla con los problemas de la vejez, y por otro la de su madre, que murió de manera repentina cuando aún era joven, por lo que nunca llegó a enfrentarse al paso del tiempo. Sin embargo, en paralelo, surge otra historia, la del director y su relación con estas dos figuras centrales que guardan secretos que nunca llegan a revelarse. Además, entre los pliegues de estas historias encontramos una serie de micro-verdades, como el hecho de que el padre, ahora tan frágil y amable, no supo "educar" a su hijo y lo golpeaba, complicando la historia y aportándole una inesperada aura de misterio.

La voz del director, que normalmente está ausente en sus películas, parece comentar una realidad que le pertenece solo a él, pero al mismo tiempo nos involucra a todos: la relación que se establece con los miembros de la familia, basada en la intimidad pero también en el misterio. Con sus comentarios, Entell se sumerge en una densa red de relaciones compuesta de rituales, una sutil dosis de humor y heridas que todavía resultan demasiado dolorosas. Como la vida misma, la película está hecha de escenas que parecen repetirse de forma interminable: celebraciones de cumpleaños en el mismo restaurante, donde se cuentan los mismos chistes, bombones suizos con kirsch y la infalible canción sobre los abrazos que el padre no deja de recitar. Este movimiento cíclico está marcado por cambios sutiles pero significativos que subrayan el imparable paso del tiempo: los espacios vacíos en la memoria y los movimientos que se vuelven más y más lentos.

A pesar de los temas que trata, como la vejez (la de nuestros padres, pero también la propia) o la pérdida de seres queridos, Getting Old Stinks evita caer en el puro nihilismo gracias al humor y generosidad de sus protagonistas, ofreciendo un rayo de luz al que cada uno puede dar el significado que considere.

Getting Old Stinks es una producción de Show and Tell Films, que también se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del italiano)