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Crítica: Burial

por 

- El documental inmersivo y tecnológico de la directora lituana Emilija Škarnulytė yuxtapone los residuos nucleares a lo que la humanidad ya ha enterrado a lo largo de los milenios

Crítica: Burial

Burial, el documental de la cineasta lituana Emilija Škarnulytė, que acaba de proyectarse en Hot Docs dentro de la sección Changing Face of Europe de la European Film Promotion, después de su estreno en Visions du Réel, trata de los residuos nucleares en yuxtaposición con antiguos lugares subterráneos y submarinos. El resultado es una experiencia inmersiva y a menudo psicodélica que recuerda a películas de ciencia ficción distópicas con un matiz de terror, intercalado con datos fríos y factuales.

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La directora, que empieza contando con títulos narrativos la creación del uranio hace 6,6 mil millones de años, sobre un zoom a nivel microscópico de una pieza del metal, nos sumerge bajo el agua mientras la cámara se desliza por los restos de una mina de uranio secreta en Polonia, operada por la Unión Soviética en 1950. El diseño de sonido tararea y hace ruidos burbujeantes, y una gran serpiente pasa nadando antes de que nos desplacemos a la planta nuclear de Ignalina, en Lituania.

Un nuevo conjunto de títulos nos informa de que Ignalina es una planta hermana de Chernóbil y que, como parte de su adhesión a la Unión Europea, Lituania accedió a desmantelarla. Por supuesto, no puedes demoler una planta nuclear con una bola de demolición, por lo que vemos a los trabajadores separar las piezas una por una, vestidos con trajes NBQ, a menudo desde una perspectiva de vista de pájaro desde la parte más alta de la monumental estructura. Luego, la cámara hace una panorámica que se desplaza sobre algunos paneles de control grandes, con inscripciones en ruso y lituano, y la serpiente vuelve, deslizándose sobre los instrumentos. 

Luego, vamos a la instalación de investigación de 500 metros de profundidad en Meuse, Francia, donde una particular formación geológica puede ser el contenedor ideal para los residuos nucleares que deben salir de Ignalina para 2038. Recorremos con una plataforma rodante los enormes pasillos de hormigón mientras suena una canción a capella: la voz de una mujer haciendo eco y creando una sensación escalofriante y desoladora.

La segunda parte de la película es escasa en información, pero mucho más atmosférica. La cámara se sumerge desde una gran altura bajo el agua, donde se encuentra una antigua ciudad: los créditos finales nos contarán que se trata del parque arqueológico sumergido de Baia, en Italia. El orden de la edición hace que una cisterna romana cerca de Nápoles parezca un cementerio.  

El impresionante material visual no tendría su impacto misterioso y primordial sin el diseño de sonido omnipresente y con múltiples capas. Los zumbidos acompañan imágenes de máquinas que podrían tener un carácter diegético, pero a menudo se extienden a las imágenes de la naturaleza, uniendo lo orgánico y lo mecánico de una forma sorprendente. Viejas transmisiones de radio con su acompañamiento estático nos trasladan a la Guerra Fría, tratando el tema del miedo a la energía nuclear.

El documental parece tecnológico, frío e impersonal, además de ser una experiencia visual fascinante que supone un gran enfoque inmersivo fuera de la realidad virtual. Sin embargo, Škarnulytė tiene su opinión personal sobre el dilema nuclear y la expone de una forma poderosamente visceral en las secuencias finales, optando por la imaginación sobre la perfección técnica.  

Burial es una coproducción entre la compañía lituana Just a moment y la noruega Mer Film.

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(Traducción del inglés)

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