25/07/2022 - Karim Ouelhaj firma una cinta fantasmagórica brutalmente gore y estéticamente cautivadora sobre las profundidades más oscuras del alma humana

Karim Ouelhaj presentaba esta semana en preestreno mundial y en la Competición oficial del Festival Fantasia de Montreal su cuarto largometraje, Megalomaniac [+lee también:
entrevista: Karim Ouelhaj
ficha de la película]. El cineasta belga se dio a conocer en 2005 con su primer largometraje, Parabola [+lee también:
crítica
ficha de la película], seleccionado en las Giornate degli Autori de Venecia. Esta película era la primera parte de una trilogía (también compuesta por Le Repas du Singe y Une réalité par seconde) con un trasfondo de violencia contra las mujeres. En 2016, su cortometraje L’Œil Silencieux se llevó el prestigioso Méliès de Oro en el Festival de Leeds.

En Megalomaniac ofrece una fantasmagoría espantosa que evoca al fantasma de uno de los criminales belgas más terroríficos, el descuartizador de Mons, un monstruo anónimo que actuó en los años 90 y nunca fue identificado. ¿Su sello? La predilección por mujeres solas y frágiles, descuartizadas en pedazos en bolsas de basura abandonadas junto a la carretera. Un carnicero, en resumen.

Y es precisamente en una carnicería donde empieza la película, más bien con un parto bastante violento. Temblamos frente a una madre con los ojos inyectados en sangre, un padre de mirada aterradora, y un niño a quien se le confía el bebé. Karim Ouelhaj imaginó el destino imposible de la descendencia del descuartizador de Mons.

¿Qué heredamos de los monstruos? ¿Qué nos transmiten? ¿Nos dejan un destino de verdugo, de víctima? Martha vive con su hermano ausente en una casa embrujada. Pronto comprendemos que no solo la casa está embrujada, sino también la mirada de Martha. Una joven incómoda, inmovilizada por su cuerpo, que es el blanco de las humillaciones, la violencia, y aún peor, de la indiferencia de sus compañeros de trabajo. Su hermano, Felix, tan blanco que llegamos a dudar de que esté vivo, vaga como el legatario de una herencia que lo agobia.

Megalomaniac es una película visceral en varios aspectos: visceral en su forma de abrazar el terror, de exponer los cuerpos; visceral en su forma de explorar los miedos más profundos e irracionales del hombre. En el plano estético, el cineasta y su director de fotografía, François Schmitt, componen una sucesión de escenas gore tan sublimes como repugnantes, memorables y fascinantes. En el plano narrativo, a través del destino truncado de las víctimas del descuartizador, pero también de Martha, una víctima que opera un cambio radical para transformarse en verdugo, la película habla de la manera en que el cuerpo de las mujeres es objetivado, fragmentado y sacrificado por la depredación constante de la que es objeto. Y a través de las veleidades de la resistencia de Felix, que sucumbe a las pulsiones que ha heredado, la película también ilustra la manera en que los hombres pueden ser triturados por un sistema letal.  

De esta manera, también es una alegoría de la hemoglobina del torbellino patriarcal que se lleva todo a su paso y que se desarrolla en los pasillos y las habitaciones con postigos cerrados de esta casa de los horrores, liderada por la actuación más que obsesiva de Eline Schumacher, una especie de Elisabeth Moss belga que oscila entre delirios esquizofrénicos y confesiones aterradoras, destilando algunos momentos de humor negro y frío. Junto a ella, Benjamin Ramon interpreta a Felix, un hermano zombi aterradoramente convincente. 

Megalomaniac ha sido producida por Okayss y Les Films du Carré. Media Move gestiona las ventas (y XYZ Films para América del Norte).

(Traducción del francés)