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VENECIA 2022 Orizzonti Extra

Crítica: El origen del mal

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- VENECIA 2022: Laure Calamy intenta unirse a una familia de Trumps franceses en la pieza de suspense rococó de Sébastien Marnier

Crítica: El origen del mal
(i-d): Laure Calamy, Doria Tillier, Dominique Blanc, Céleste Brunnquell y Véronique Ruggia en El origen del mal

Aunque en general haya aumentado el número de películas de género que participan en los festivales, algunas de ellas muy elevadas y artísticas, la aparición de una no deja de resultar positiva, y en esta ocasión se trata de un thriller de segunda y chabacano que te atrapa, te desarma y te anula las facultades críticas. El origen del mal [+lee también:
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, de Sébastien Marnier, parece la típica película que uno podría ver en la televisión medio dormido por la noche antes de que existiera el streaming, quizás después de haberse perdido los primeros 15 minutos, lo que le obligaría a permanecer pegado a la pantalla hasta el final, esforzándose en que no se le cerraran los párpados. Dicho con palabras menos aduladoras, parece el tipo de entretenimiento rápido, poco exigente y de andar por casa que podría hacer que se esfumaran un par de horas de un vuelo de larga distancia.

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Volviendo a la sección de cine de género y consumo fácil creada ex profeso en el Festival de Cine de Venecia, esta vez llamada Orizzonti Extra después de que La última lección [+lee también:
crítica
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entrevista: Sébastien Marnier
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participara en Sconfini, podríamos decir que El origen del mal es un “thriller espumoso”, y mientras que Hitchcock y (posteriormente) François Ozon se especializarían en este tipo de cine, el trabajo de Marnier no supera del todo la naturaleza conflictiva de esta categoría. Otro elemento que tiene en común con otros thrillers franceses es una actitud bastante despreocupada hacia el pastiche y las referencias, hasta el punto de que cuesta distinguir entre un robo menor y un robo descarado; el guion se corresponde sospechosamente con varios elementos estilísticos y estructurales de Puñales por la espalda, de Rian Johnson, aunque el trazo más cruel y antihumanista que termina dando Marnier termina dejándonos un regusto más duradero.

Laure Calamy, una de las actrices francesas más brillantes del momento, interpreta a la escurridiza Stéphane, que trabaja en una planta de procesamiento de pescado y aspira a ascender profesionalmente. En los primeros compases de la trama, que conviene no destripar de todo a los futuros espectadores, la protagonista alterna entre el cuidado de su novia (Suzanne Clément), que está en la cárcel y es inestable, y las cautelosas incursiones en su recién descubierta familia biológica, tras descubrir la identidad de su padre al principio del metraje película. En un afortunado golpe de suerte, Serge (Jacques Weber), el patriarca, es un magnate inmobiliario local con una cadena de hoteles que también lleva su nombre (uno siente entonces cómo Marnier te da un codazo cómplice en la barriga, y de hecho solo falta un codo en 3D saliendo de la pantalla del cine); de hecho él y Stéphane se conocen en lo que parece un club de golf.

Una vez en su imponente residencia de nuevo rico, Stéphane tiene que afrontar el gélido momento de interactuar con la hija de Serge, Gorge (Doria Tiller), quien se va apoderando progresivamente del imperio de su padre y le dice a la cara a Stéphane: “Aquí no eres bienvenida”, pero también con su vanidosa y altiva pareja (Dominique Blanc). El giro desenfadado de Blanc ayuda a que su personaje se convierta en un punto de inflexión tanto como Stéphane, desbaratando el arquetipo sexista de “cazafortunas” y dando una vuelta de tuerca a la idea de cómo aprovecharse alegremente de los asquerosamente ricos.

Titular la película El origen del mal es una treta poco convincente: nos pide que desarrollemos una postura moral a partir de la cual ver a los personajes, cuando lo que vemos ante nosotros es algo obviamente pesimista sobre la naturaleza humana. A medida que vamos conociendo las motivaciones de Stéphane, y a pesar de los considerables esfuerzos de Calamy, la caracterización tal y como está escrita no le permite mucho margen de maniobra sobre sus volátiles cambios de opinión, y por lo tanto convencer sobre ellos. Marnier quiere hacer algo parecido a La Cérémonie de Chabrol, pero añade endulzante cuando lo que de verdad hace falta es arsénico.

El origen del mal es una coproducción entre Francia y Canadá, producida por Avenue B Productions y Micro_scope. Sus ventas mundiales las gestiona Charades.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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