08/09/2022 - VENECIA 2022: La cinta híbrida de Theo Montoya es un grito de alarma sobre lo difícil que es ser joven y queer en Medellín, una de las ciudades más conservadoras y peligrosas de Colombia

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entrevista: Theo Montoya
ficha de la película] es sin duda una obra que nace de un sufrimiento real e inimaginable. En su largometraje híbrido, presentado en la Semana Internacional de la Crítica del Festival de Venecia, el director Theo Montoya intenta contar al espectador lo difícil que es ser joven y queer en Medellín, una de las ciudades más grandes de Colombia, pero también una de las más conservadoras y peligrosas, tristemente conocida por ser el hogar del cártel de la droga de Pablo Escobar. "Yo no decidí nacer. Nunca me lo preguntaron. Me lanzaron al mundo", son las primeras palabras de Montoya en el metraje. A continuación, vemos un coche fúnebre que transporta un cadáver y recorre las calles de Medellín. Esta escena introduce una metáfora crucial que pone de relieve, quizá de forma demasiado obvia, cómo los miembros de esta comunidad viven en los márgenes de la sociedad y son víctimas de la violencia, la discriminación y la alienación, obligados a celebrar los funerales de sus compañeros demasiado a menudo.

Montoya recuerda el trabajo de preproducción de su primera película, una cinta de serie B ambientada en una dimensión distópica en la que Pablo Escobar se había convertido en "el padre de una nación sin ninguna referencia paterna". En esta versión alternativa de Medellín, donde impera una violencia que incluso supera a la de su homóloga real, no hay suficiente espacio para enterrar los cuerpos en los cementerios, y los fantasmas empiezan a compartir poco a poco la ciudad con los vivos, convirtiéndose la "espectrofilia" en una práctica sexual común, especialmente entre los jóvenes.

Vemos al director tratando de seleccionar al actor protagonista a través de unas cuantas entrevistas grabadas. De todos los aspirantes hay uno que destaca sobre los demás. Se trata de Camilo Najar, de 21 años, que se convierte en el objeto de deseo de Montoya, pero que se enfrentará a un destino horrible, al igual que otros muchos amigos del director.

“En Medellín no se ve el horizonte", dice Montoya en un momento dado y con razón. Rodeada de montañas, oculta bajo la oscuridad, arrasada por la creciente delincuencia y las violentas protestas, la ciudad colombiana es representada a menudo a través de impresionantes tomas aéreas que la asemejan a una Gotham contemporánea y real.

Pero no solo hay fatalidad y pesimismo en la ópera prima de Montoya. Hay mucho amor por el cine (ya que era "el único lugar en el que podía llorar"), mucha compasión y cariño hacia sus seres queridos y, aunque el tono de su voz sugiere claramente un fuerte sentimiento de resignación y tristeza, el realizador se las arregla para ofrecer una escena final con un toque resplandeciente. En ella, Montoya sitúa en el centro la idea de comunidad y solidaridad, y lo hace sin caer en trampas retóricas. Es una pequeña chispa de esperanza para una nueva generación perdida, compuesta a menudo por huérfanos o hijos de madres solteras, viudas y, en general, progenitores con problemas. Película de ritmo irregular, algo misterioso y en gran medida poco convencional, Montoya llega a decir que su obra es una "película trans", y puede que sea la forma correcta de describir su naturaleza híbrida, mezcla de ficción y documental, realidad e imaginación.

Anhell69 es una coproducción entre Desvio Visual (Colombia), Monogram Film (Rumanía), Dublin Films (Francia) y Amerikafilm (Alemania). Square Eyes vende la película al extranjero.

(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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Theo Montoya
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