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VENECIA 2022 Fuera de competición

Crítica: Call of God

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- VENECIA 2022: La cinta póstuma del maestro surcoreano Kim Ki-duk rezuma sufrimiento existencial, pero su potencial está obstaculizado por su irregularidad visual y su confuso guion

Crítica: Call of God
Abylai Maratov y Zhanel Sergazina en Call of God

Call of God, la película póstuma del difunto maestro Kim Ki-duk, ha sido presentada fuera de concurso en el Festival de Venecia de este año. El cineasta surcoreano, fallecido en Riga en diciembre de 2020 tras contraer COVID-19, intenta elaborar una historia sobre la esquiva relación entre la realidad, el amor y los sueños.

Ambientada en Kirguistán, la trama se centra en la turbulenta y trágica historia de amor entre una joven (interpretada por Zhanel Sergazina) y un escritor (Abylai Maratov), cuyos caminos se cruzan al azar. Mientras el hombre pregunta a la chica dónde se encuentra el "Café de los sueños", un ladrón le quita el bolso a ella. El escritor lo persigue y consigue recuperarlo, y a continuación la invita a cenar a ella. Tras las dudas iniciales, la chica acepta y da comienzo así una historia de amor enfermiza y aterradora entre ambos. En particular, el escritor duda en romper su relación con Lina (Nazbiike Aidarova) y con una de sus exnovias (Aygerim Akkanat), lo que desencadena una serie de trágicas vicisitudes y una espiral de violencia física y psicológica.

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Entonces nos damos cuenta de que la secuencia que plasma el primer encuentro de la pareja no ha sido más que un sueño. La chica se despierta en su cama y recibe una llamada de teléfono. Un misterioso individuo le comunica que tiene dos opciones: volver a la cama y comprobar qué pasa después (y todo lo que sueñe sucederá más adelante en el mundo real) o dejar de dormir, en cuyo caso únicamente sucederá lo que acaba de sonar, y por lo tanto afrontará un futuro incierto.

Sin embargo, este mecanismo narrativo no obtiene el efecto deseado y refleja el impreciso guion general de la película. De hecho, cada vez resulta más difícil entender qué es lo que sueña y experimenta realmente la chica, y el torpe montaje de Audrius Juzėnas y Karolis Labutis no ayuda al espectador a aclarar sus dudas. En general, el aspecto técnico, incluido el trabajo de voz en off de algunos de los personajes, parece demasiado amateur y precipitado.

En todo caso, es justo destacar el hecho de que la producción la terminaron los amigos y compañeros del maestro, por lo que no sabemos a ciencia cierta hasta qué punto todo el proyecto se ha visto afectado y comprometido por el trabajo realizado tras su fallecimiento.

En un tono más positivo, todavía podemos ver un desarrollo decente de los personajes y una buena dosis de sufrimiento existencial, que conseguirá mantener al espectador enganchado durante todo el metraje. Aunque la escritura es irregular y confusa, cuenta con suficiente profundidad ya que explora cómo los celos y la posesividad pueden desencadenar las intenciones más oscuras de un hombre y una mujer.

Aunque está muy limitada por los defectos mencionados, la película sigue siendo un generoso acto de amor y un importante homenaje a la carrera y la visión de Kim-ki Duk, que nos dejó huérfanos demasiado pronto.

Call of God cuenta con la producción de la estonia Estofilm, la surcoreana Kim Ki-duk Films y la lituana AVAKA. La estonia MTU Otaku se encarga de sus ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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