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SAN SEBASTIÁN 2022 New Directors

Crítica: Un verano con Fifí

por 

- Céleste Brunnquell brilla en el primer largometraje repleto de sencilla sutileza y de encanto de Jeanne Aslan y Paul Saintillan, a vueltas con la juventud, el futuro y la clase social

Crítica: Un verano con Fifí
Céleste Brunnquell in Un verano con Fifí

“Tengo la impresión de estar en un buen lugar en un buen momento”. Una viene de los barrios populares, el otro es hijo de la pequeña burguesía, y sus caminos se cruzan de manera imprevista. ¿Qué saldrá de este encuentro? ¿El amor? ¿Nuevas perspectivas? Esta es la temática de Un verano con Fifí [+lee también:
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, el ingenioso primer largometraje del dúo francés formado por Jeanne Aslan y Paul Saintillan, estrenado en la sección New Directors de la 70ª edición del Festival de San Sebastián.

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La preciosa Fifi (Céleste Brunnquell que confirma su potencial después de Les Éblouis [+lee también:
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y la primera temporada de En Thérapie) tiene 15 años. ¿Su medio cultural? Una familia numerosa (siete hijos entre la veintena y un bebé, su madre y un padrastro), viven como “gitanos” con dificultades económicas (facturas impagas, asignaciones de unos que ayudan a subsistir a los demás, pequeños robos, etc.) y en el ambiente tumultuoso, afectuoso pero difícil (alcoholizado con cerveza) y ruidoso de una vivienda de protección oficial de la periferia de Nancy, en el Este de Francia. Estamos en verano, en el receso escolar y Fifi atraviesa la ciudad en bicicleta cuando una casualidad (se encuentra en la panadería a una antigua compañera de clase, hija de un dentista, a punto de irse de vacaciones con sus padres) y un impulso (le roba las llaves de la casa) la precipitan hacia un encuentro totalmente inesperado. Fifi se instala el fin de semana en la preciosa casa desierta, pero Stéphane (Quentin Dolmaire), el hijo de la familia, de 23 años y estudiante de la escuela de comercio de París, aparece de improviso al día siguiente. El joven, amable, irónico y autodespreciativo que atraviesa una fase de crisis existencial (“a los amigos que han cambiado, los echamos de menos, a los que no, también”), perdona la intrusión de Fifi y le propone ayudarla a conseguir un trabajo de verano a domicilio que consiste en meter folletos en sobres. Nuestros dos protagonistas aprenderán a conocerse, a medir la brecha social que separa sus dos mundos, a reflexionar sobre sí mismos y a establecer un vínculo…

Un verano con Fifí, construida sobre un excelente guion (escrito por los dos cineastas con la colaboración de Agnès Feuvre), teje su trama de forma metódica y muestra una gran sutileza bajo su apariencia simple. La alquimia del dúo de jóvenes actores principales funciona a la perfección y la mirada social que aporta la película nunca es unívoca, aunque se basa en arquetipos. El conjunto desprende mucho encanto y la idea de que no necesitamos a nadie o que las trayectorias están trazadas con antelación y los cambios imposibles no están escritos en piedra, pero los sueños no siempre son posibles. Matices que se deslizan con astucia a lo largo de la historia y que hacen de Jeanne Aslan y Paul Saintillan autores a seguir muy de cerca.

Un verano con Fifí ha sido producida por Haïku Films. Urban Sales gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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